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OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE ABRIL DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

“Hoy no es un día más”

Por Teresa García de Vinuesa


El impacto de una víctima del terrorismo de la organización terrorista ETA suele durar en la memoria colectiva lo que los relámpagos de una tormenta, pero hoy puedo decir que ya son 17 años siendo testigos de una verdad terrible. Un atentado terrorista puede compararse a una piedra arrojada en un estanque. Así, origina ondas que no sólo afectan a las víctimas propiamente dichas, sino también a aquellos que están cerca de ellas. Se trata de un efecto onda y un efecto contagio. Hace 17 años que mi familia fue víctima de un crimen político y desde entonces sólo se demandar una clase de justicia, que llamaré política.

No es verdad que ETA mata cuando puede, donde puede y a quien puede. Quiero ensalzar aquí que mi padre es víctima porque antes fue combatiente. Y que hoy, gracias a personas como él, tras más de treinta años sufriendo la lacra terrorista en España, las víctimas del terrorismo son una fuente inagotable de energía que dan su vida por la justicia y su fruto: la PAZ. Las víctimas del terrorismo han dado su vida por la convivencia y la libertad del país, algo así como Jesucristo, cuando dijo: “Doy mi vida…Nadie me la quita, sino que yo por mí mismo la doy”.

En este aniversario, quiero que todos tengamos presente, siempre, el dolor, el sufrimiento, y el sacrificio de las víctimas, pues sobre ellas, sobre su temple y su paciencia, se ha construido una parte importante de nuestra sociedad democrática.

No tengo por qué negarlo. Aquel suceso traumático me desbordó la capacidad de respuesta, pero hizo que surgiera mi compromiso de no bajar la guardia, de no ceder ante el chantaje y de defender la ley como único antídoto contra el terrorismo. Y desde mi posición de representante de las víctimas del terrorismo en Ceuta, y con el convencimiento de que me asiste la razón, puedo asegurar que seremos nosotras las que conseguiremos vencer a ETA, porque a mí se me va la vida y la dignidad en ello.

Las víctimas del terrorismo somos portadoras de la memoria del terrorismo, y no habrá paz que no pueda construirse sin ellas. No hay mañana sin ayer. Por eso, hay que avanzar en curar las heridas del pasado a través de más justicia, más verdad y más reparación.

Sí, estoy golpeada por la vida. Pero quien olvida no sólo es cobarde, sino que carece de reivindicación cristiana; aquella que debería contagiarse al laicismo de nuestra sociedad, la piedad para quienes han sufrido tan gratuitamente. Mi compromiso por escrito de que nunca, nadie, podrá apagar mi grito de PAZ. Hay quienes me achacan que soy rehén de los asesinos etarras, no comprenden que si el recuerdo permanece, la lucha prosigue. Primero he vencido mi miedo, y sepan que yo ahora nunca dejaré mi obligación de persona de no querer vivir arrodillada ante la violencia. Reitero ahora lo que hace seis años ya dije en un programa lleno de la munición más importante de la libertad, que es la palabra, y en el que sólo quería movilizar contra la miseria etarra: ETA…. Una cosa es tener secuelas y otra muy distinta, despedirse de la vida.

Y recordad…“Tristes armas si no son las palabras”
 

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