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OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Este periódico cumple catorce años
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El jueves pasado, durante una sobremesa, tuve la oportunidad de hablar, entre otras muchas cosas, de ‘El Pueblo de Ceuta’. Se debió a que uno de los comensales preguntó por el número de años que lleva editándose este periódico. Y lo saqué de dudas muy pronto: el próximo sábado cumplirá catorce años.

En esa época, dijo la persona interesada en saber cuándo salió a la calle el primer ejemplar, aún no era yo ni veinteañero. Pero recuerdo, muy bien, cómo mucha gente le auguraba corta vida a ‘El Pueblo de Ceuta’. Y eran muy claras las razones que alegaban los más derrotistas: Nunca se ha permitido en esta ciudad que ningún otro medio escrito se haga un hueco.

Y, claro, salieron a relucir las cabeceras de periódicos que cayeron fulminados por las imposiciones del monopolio. Y no tuve el menor inconveniente en contar anécdotas relacionadas con el último medio que sufrió el acoso y derribo de autoridades y empresarios y que acabó cerrando. Y conté que fue un martes 4 de abril, de 1995, cuando yo escribí un artículo en este periódico. Por lo tanto, hoy se cumplen esos catorce años de los que hablaba al principio. Titulé lo escrito como ‘Lo naciente’. Porque todo nacimiento debe considerarse como un acontecimiento único. Y mentiría si no dijera que yo también tenía poca fe en que la criatura pudiera crecer en un ambiente tan poco propicio.

El único que sí creyó en lo que estaba haciendo, y es justo airearlo, fue el editor. Aunque bien sabía que estaba obligado a proteger a la criatura de todos los peligros que la acechaban. Que tendría que guiarla con mano de hierro si quería evitar que se cumplieran los malos vaticinios que circulaban por corrillos, mentideros, tertulias y despachos municipales.

De acuerdo, Manolo, pero no me negarás que el editor ha tenido más suerte que otros que también lo intentaron derrochando dinero y esfuerzo en el mismo cometido. Te lo niego. Y además rotundamente. Y, desde luego, con conocimiento de causa. No olvides que yo he trabajado en varios medios escritos durante años.

El caso de José Antonio Muñoz no tiene nada que ver con el de otros editores. Lo primero que hizo es delegar en alguien que ya había adquirido experiencia en otra empresa periodística. Eso sí, se situó en sitio preferente con el único fin de aprender sin prisas pero sin pausas todo lo concerniente a una actividad complicada. Y desde esa atalaya mantuvo con firmeza las riendas de su periódico. Con firmeza y repleto de ilusiones.

Todo comenzó en una primera planta del Paseo de Las Palmeras; en una especie de cuchitril donde las incomodidades eran muchas, pero donde principiaron a ponerse los cimientos de una redacción en la cual destacaban dos técnicos que fueron y siguen siendo los pilares de la Casa: José Antonio Martín y Carlos Cano. Y en esa redacción ya ejercía Ángela Guerra de secretaria. Y así hasta llegar a la calle Independencia. Donde las instalaciones fueron reformadas hasta convertirse en un habitáculo confortable y coqueto. Y a ver quién es capaz de llevarme la contraria.

Y, por si fuera poco, el editor sigue dando muestras de querer hacer cada día un periódico mejor. Y a fe que terminará consiguiéndolo. Ahora, además, tiene la suerte de tener a Ángel Muñoz Tinoco, como director gerente. Y yo me puedo permitir el lujo de destacar tan grande labor. Porque me paso el qué dirán por la taleguilla.
 

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