Durante mi paseo habitual por el
centro de la ciudad, paso por delante de una cafetería en
cuya terraza están sentados a una mesa Fatima Hadmed,
Mohamed Alí y Abselam Abderraman Mate,
acompañados por Pablo Matés (periodista). Sin duda
los componentes más notables de la Unión Democrática Ceutí.
Y por ello los encargados de tomar todas las decisiones
importantes en el partido.
Mohamed Alí llama mi atención para decirme que se ha leído
ya ‘Identidades asesinas’: libro que le recomendé hace ya
mucho tiempo. Lo cual me da la impresión de que no es más
que un pretexto para tirarme de la lengua acerca del pacto
de su partido con el PSPC.
Y no dudé lo más mínimo en recoger el guante. Eso sí, todo
lo hablado estuvo siempre sujeto a las normas del saber
estar. Y debo destacar la amabilidad de los tres diputados
durante los minutos que duró la charla. Pero una cosa es la
educación y otra el que yo decidiera no andarme con remilgos
a la hora de manifestar mis opiniones
Opiniones que se sabe de memoria el presidente de la UDCE.
No sólo porque las he expresado por escrito varias veces
sino porque también, cuando se ha encartado, se las he dado
a él personalmente. Como en esta ocasión.
Así, lo primero que le digo es lo que ya salió publicado el
miércoles: parece mentira que estés dilapidando el capital
de votos que tienes. Y que no entiendo cómo es posible que
alguien, como él, sigo hablando de Alí, que irrumpió en la
vida pública como un soplo de aire fresco, muy necesario
para la ciudad, haya podido perder el oremus.
Y le recuerdo el enorme error que ha cometido al permitir
que gentes de Juan Luis Aróstegui se conviertan en
fiscalizadores de las sociedades municipales. Y casi de
carrerilla, gracias a que los diputados de la UDCE no me
interrumpen, le echo en cara el que no haya respondido a las
declaraciones realizadas por el secretario general del PSPC,
Iván Chaves, en las que dice que esa concesión les
permitirá hacer una ‘más seria’ oposición.
Llegado a este punto, debo decir que Mohamed Alí rompió su
silencio para responderme que el chaval, así nominó al tal
Chaves, le había asegurado que sus palabras fueron
tergiversadas por la periodista que dio la noticia. Y,
claro, tal vez por deformación profesional, puesto que me he
pasado muchos años en varias redacciones, salí en defensa
del mensajero. En este caso, mensajera. Porque me pareció
injusto que se le culpara a ella de la torpeza cometida por
ese muchacho que está para llevarle el descafeinado y el
vaso de agua al secretario general de CCOO.
Y aún tuve tiempo de decirles a los diputados de la UDCE si
no habían caído en algo que es de cajón: concediéndoles a
las gentes de Aróstegui la oportunidad de poder estar en los
consejos de administración de las sociedades municipales,
han despreciado a los de su cuerda. Pues han puesto de
manifiesto que en el partido de la UDCE sólo están
capacitados los tres diputados. O sea, ellos. Y, por último,
no tuve el menor empacho en advertirles de que harían muy
bien en interesarse por la conducta de cierto fiscalizador.
No vaya a ser que hayan metido un zorro en el gallinero de
El Parque Marítimo del Mediterráneo.
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