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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

A vueltas con el Perejil
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Mareado casi por las efusiones emanadas de diversos e-mails con tendencias homicidas y a cuyos autores, mejor dicho autoras les recomendaría se tomaran un diurético de perejil, como si de un té se tratara, con el que regular su hipertensión y de paso mejorar el rendimiento de la vejiga urinaria aprovechando su uso como emenagogo, me pongo a escribir sobre otro perejil que ha vuelto a estar de moda.

Yo no tomo el perejil de esa manera porque aumentaría la diuresis por inhibición de la bomba en el riñón y además incrementaría la reabsorción de potasio con lo que se formarían piedras. Eso ‘pa’ los otros.

Escribo del otro perejil, sí ese que los moros llaman Laila o Leila y que se encuentra a 8 kilómetros al noroeste de nuestra ciudad.

Sólo quiero recordar aquí y ahora que El Perejil ya estuvo sobre el tapete de soberanías cuando el ahora líder del PP, Mariano Rajoy era vicepresidente del Gobierno.

Entonces, cuando la ocupación del islote por seis monos, Mariano Rajoy admitió que España renunciaba en su día a imponer a Marruecos la soberanía sobre el pequeño territorio, cuya superficie no supera los 0,15 km², como prueba de aceptación del acuerdo al que se llegó hace más de cuarenta años.

Si mucho de Vds. recuerdan, cuando la realización del Estatuto de la Ciudad Autónoma de Ceuta no se incluyó el islote. No podía incluirse por cuanto si España había tomado posesión del mismo en el año 1808, se lo devolvió a Marruecos en 1956 como consta en documentos sobre la independencia de ese país.

Recuerden, Rajoy evitó en todo momento precisar a qué país pertenece el islote. De hecho sigue siendo tierra de nadie.

Con ello suena totalmente incongruente las réplicas, ahora como jefe de la oposición, a posturas más pausadas de nuestro Gobierno actual que sí va a las claras y encima a las maduras.

La “cagada” de entonces con el tema del islote del Perejil sigue en el recuerdo de muchos que vivieron aquel incidente y más aún cuando sabemos que el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, acusó a Aznar de impedir que nuestro rey se entrevistara con su homólogo marroquí con el tema sobre el tapete. Lo que se califica como muy sintomático de que algo no funcionaba entonces de una forma seria.

Por tanto, la postura diplomática del Gobierno del país, aquel entonces, fue el de la política del avestruz: no aclaró suficientemente a la opinión pública mundial y nuestra la soberanía de España sobre el islote… tal vez aconsejado por Vader, digo Bush. Al menos sobre documentos oficiales, ya que los mediáticos son eso: mediáticos.

Solo preguntaría, a quienes estaban al mando de nuestro país entonces… ¿cómo es que la OTAN no refrendó la actuación sobre el islote? Muy lejos suena eso de ‘uno para todos y todos para uno’ ¿no?

Ignoro, obviamente, los verdaderos motivos que llevaron a Marruecos a hacer ondear la bandera cuando bien es sabido que sus gendarmes acudían a ella desde siempre, hoy sí y mañana también, por razones de tráfico ilícitos, campos de nudistas, etc.

No quiero creer que, entonces, se tratara de liarse la manta a la cabeza e imitar a Margaret Thatcher cuando envió la escuadra inglesa a recuperar las Malvinas.

Eran tiempos en que Aznar rompía el diálogo con los obispos vascos, los rectores, los sindicatos, los presidentes autonómicos y con Marruecos, hasta dejó de hablarse con los diplomáticos. Creyó Aznar que cuando un país se va haciendo mayor debía comportarse como se comportan los mayores y hacerse respetar a base de balazo limpio, en alusión a un encuentro en las Azores y beber a morro junto con los G-8. Había que poner el lucero del alba, como hizo el entonces ministro de Defensa, sí ese que mezcla cadáveres, por montera para asemejarnos a los grandes.
 

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