La Primitiva Hermandad de los Nazarenos del Sagrado
Descendimiento, Santa Cruz en Jerusalén, Santísimo Cristo
del Buen Fin en su Traslado al Sepulcro, y María Santísima
de la Concepción, establecida canónicamente en la Santa
Iglesia Catedral de la Ciudad de Ceuta, está ultimando la
bendición de su Oratorio por parte del obispo monseñor
Antonio Ceballos Atienza, que está previsto que se celebre
el próximo sábado día 4 del presente mes de abril a las
13.00 horas.
Desde la conocida hermandad del Descendimiento se ha
destacado que el próximo sábado, a las 13.00 horas, tendrá
lugar la bendición y reconocimiento oficial del Oratorio de
la Santa Cruz por nuestro obispo, monseñor Antonio Ceballos
Atienza, el cual llegará a Ceuta este viernes para asistir,
como cada año a la celebración del tradicional Via Crucis
que el Consejo de Hermandades celebra cada Viernes de
Dolores.
Posteriormente, el presidente de la Ciudad Autónoma de
Ceuta, Juan Vivas, procederá a descubrir las nuevas
rotulaciones del lugar, denominaciones ligadas a la citada
Hermandad y que ésta pidiera en su momento: Pasaje del
Silencio y Plaza de la Santa Cruz. La primera para el acceso
a la casa hermandad y la segunda donde se ubica la fachada
principal, que es plaza interior.
A este respecto se puede decir que con la bendición la
Primitiva Hermandad de Nazarenos del Sagrado Descendimiento,
Santa Cruz en Jerusalén, Santísimo Cristo del Buen Fin en su
Traslado al Sepulcro y María Santísima de la Concepción
culmina el proyecto más importante que la Cofradía ha
desarrollado desde su restauración en el año 1981, y para el
que han encontrado multitud de ayudas: los hermanos; los
colaboradores anónimos; el Consejo; la Iglesia y la Ciudad.
Finalmente destacar que muchos han sido los pasos dados
hasta conseguir llegar a cumplir el sueño; sueño este que
llegó a su momento culmen a finales de septiembre 2008
cuando se le confirmó a la Hermandad la resolución del
expediente para en noviembre recibir el decreto con la
autorización para el uso del lugar como Oratorio, bajo la
advocación pedida de la Santa Cruz.
Ni que decir tiene que la alegría en la Junta de Gobierno -y
en todos aquellos que han vivido de cerca este anhelado
deseo- fue inmensa.
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