La tensión entre el Gobierno y los grupos de PSOE y CPM
subió ayer varios enteros durante la celebración del noveno
Pleno de Control, que duró menos de lo habitual debido a que
la Mesa de la Asamblea acordó rechazar el pasado miércoles
la mitad de las iniciativas de la oposición. Esta decisión
provocó en el transcurso de la jornada de ayer la protesta
manifiesta de los diputados socialistas y cepemistas, que
mostraron varios carteles, retirados finalmente por la
Policía Local, y abandonaron sus escaños para sentarse en
los bancos del público en la segunda parte del pleno.
El noveno Pleno de Control de la legislatura estuvo marcado
ayer desde su mismo comienzo por la tensión entre el
Gobierno y los grupos de la oposición, que expresaron
públicamente su protesta tras la decisión de la Mesa de la
Asamblea de excluir la mitad de las iniciativas
parlamentarias que habían presentado para esta sesión,
alegando que versaban sobre la Autoridad Portuaria, un ente
independiente en el que la Ciudad Autónoma no tiene
competencias.
Para mostrar públicamente su protesta, los diputados de los
dos grupos de la oposición, Coalición por Melilla (CPM) y
Partido Socialista (PSME-PSOE), mostraron en dos ocasiones
carteles contra el Gobierno y se levantaron de sus escaños,
quedándose únicamente en las bancadas los dos portavoces,
Dionisio Muñoz y Mustafa Aberchán, para formular sus
respectivas preguntas.
La sesión plenaria comenzó poco después de las 9,30 horas
con la celebración de una Junta de Portavoces urgente
solicitada por Dionisio Muñoz y Mustafa Aberchán, que
pidieron que se reconsiderara la decisión de la Mesa de la
Asamblea de "excluir" una interpelación y 14 preguntas, y
figurara esta solicitud en el acta.
Sin embargo, la solicitud de la oposición fue rechazada por
la vicepresidenta primera de la Asamblea, Cristina Rivas,
tras lo cual dio comienzo el Pleno de Control. Nada más
empezar la sesión, los 10 diputados del PSOE y CPM mostraron
unos carteles en los que se podía leer "3.900 millones.
¿Dónde están?", "Miedo a la palabra" o "Una verdad
incómoda".
Rivas pidió varias veces la retirada de los carteles pero,
ante el caso omiso de los diputados de la oposición, pidió
la intervención de un agente de la Policía Local, que entró
en el Salón de Plenos para despegarlos de los escaños, a lo
que los diputados de CPM y PSOE no pusieron impedimentos.
Seguidamente comenzó el debate de las tres interpelaciones
aceptadas por la Mesa de la Asamblea, en el que la tensión
entre Gobierno y oposición fue constante hasta el punto de
que Rivas tuvo que llamar al orden dos veces al portavoz
socialista después de que éste acusara al Ejecutivo de
presuntas corruptelas en el proyecto del parking de Isla
Talleres. Además, en este punto también se dio un rifirrafe
entre Dionisio Muñoz y el viceconsejero de Fomento, Juan
Antonio Iglesias, que llegó a llamarlo “embustero”, si bien
después lo retiró por petición de Rivas.
También hubo otros momentos polémicos en la observancia al
Reglamento que hizo el diputado cepemista Abdelrahem Sellam,
y en las varias alusiones de los parlamentarios de la
oposición al rechazo de sus iniciativas y lo que, en su
opinión, suponía una “persecución” a su libertad de
expresión y a su labor para fiscalizar la labor del
Gobierno.
Una vez concluidas las interpelaciones, y tras un breve
receso, el Pleno de Control se retomó con la misma protesta
de los diputados de la oposición, que volvieron a mostrar
los mismos carteles que al inicio de la sesión. Al igual que
en la vez anterior, los parlamentarios se negaron a retirar
los carteles, que tuvieron que ser arrancados de nuevo por
un policía local.
Acto seguido, los diputados de los dos grupos de la
oposición, a excepción de los portavoces, abandonaron sus
escaños y se sentaron en los bancos del público para
presenciar el resto del pleno, con la amenaza de Rivas de
desalojarlos si no dejaban de exhibir los carteles y se
mantenían en silencio.
Además, el portavoz socialista dejó su escaño y se sentó
junto a su homólogo cepemista en la bancada de CPM, desde
donde ambos formularon sus preguntas. Para ello, intentaron
leer también las preguntas rechazadas pero, al ser
advertidos por Rivas de que no habían sido admitidas,
respondían irónicamente con frases como “ah, que ésta es de
la que no les gustan”.
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