Me levanto tranquilo, el tiempo
vuelve a hacer de las suyas con cambios tan radicales como
las respuestas que recibo sobre un artículo mío publicado en
éste recuadro.
La cultura de un pueblo se basa mayoritariamente en las
respuestas que dan sobre determinados temas y que, por
norma, suelen clasificar en determinadas cualificaciones.
No voy a escribir sobre la cultura o incultura de nuestra
gente sino sobre quienes leen los artículos e intentan dar
respuestas, cabreadas y con insultos, en intentos de
justificar lo injustificable.
Casi todas las críticas vertidas contra mí sobre el artículo
en el que hacía referencia a los galgos provienen de
lectoras mayoritariamente y como tales confunden churras con
merinas con tanta facilidad que muestran su odio hacía el
hombre en sus escritos atacantes.
Opinar como opino que el galgo o lebrel es un perro feísimo
para mí, ya lo recalqué en el artículo que es por mi gusto
personal, no quiere decir que todo el mundo comparta esta
visión. Visión que me está permitida como la de comparar
cualquier animal irracional con otro racional.
Me acusan de ser demagogo con los galgos, ¿cómo es posible
que no sepan leer esta gente?, cuando el artículo se refería
a determinada persona no animal irracional y ahí demuestran
el talante la mayoría de las respuestas: DEFIENDEN AL ANIMAL
ANTES QUE A LA PERSONA, con lo que corrobora mi afirmación
del anterior artículo y encima tachándome de machista. ¿Se
es machista con los galgos?, no lo sabía, gracias por
enseñarme cosas.
Hacía referencia a esa señora, supuesta defensora de los
galgos, por cuanto en otra ocasión salió en defensa de los
árboles sin otras consecuencias que salir en portada. Sólo
eso: destacar el afán de protagonismo de la misma.
El revuelo que ha levantado la palabra galgo no es de los
que hacen época pero revuelo al fin y al cabo. Esto me
congratula por cuanto me demuestra varias cosas que
aprovecho para la cosecha de mi experiencia.
Ignoro si la mayoría de las personas, sobre todo mujeres,
que responden encorajinadas por mis letras sobre galgos son
vegetarianas o no, porque si son capaces de comer fríamente
otros animales con jolgorio, que también merecen todo el
respeto, ya me dirán.
También lamento que en algunas respuestas afirmen que el
galgo es un perro español y me llaman ignorante con total
desfachatez cuando deben saber, si tanto aman a los galgos y
dicen conocerlos bien, que son perros originarios de Las
Galias, “Gallicus Canis”, de donde proviene el nombre. Si no
saben que son Las Galias les diré que era o sigue siendo,
una región que ocupaban Alemania, Francia, Bélgica, Holanda
y Suiza. No confundir con Galia. Muchos “entendidos” afirman
que son originarios de las Baleares… estos son los podencos,
no los galgos.
Sin embargo, de una cosa si estoy seguro: nuestro periódico
se lee, casi a nivel nacional. Mis artículos se leen y
algunas veces levantan pasiones, que eso es para lo que se
escriben los artículos de opinión. Lo de menos es que me
insulten o que me traten del último mono de nuestra
geografía como escritor. Nunca he presumido de ser bueno con
la pluma, nunca insisto en tener razón sobre lo que opino
sino que me la dan los demás con sus hechos y palabras…
¿para qué seguir?
Si estamos en un país capaz de tirar a matar cuando se dice
que un galgo es feo, que lo es para mí, y se sonríe
hipócritamente cuando se dice que ese niño es más feo que
Picio.
También diría, si algunos conocen el Montseny, que cuando
hago referencias a determinadas partes geográficas de
nuestro país, sólo es eso: referencias y quién responde a mi
artículo sobre que me regalan galgos…, grande es el Montseny,
por muy natural que uno sea de determinada población, nunca
pueden conocer donde sí o donde no. No solamente el Montseny
es el Turó de l’home, Les Agudes o Matagalls.Ya me
entienden.
Sólo lamento que existan humanos que demuestren tan
abiertamente su desprecio a la vida humana y se cabreen por
defender unos animales cuando deberían defender A TODOS los
seres vivos existentes en el planeta. Ya me entienden por
TODOS.
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