Para una gran parte de los de mi
generación, aparece ya entre sombras el horario único,
durante todo el año, como era hasta el comienzo de la década
de los 70 del pasado siglo.
Fue otra crisis, quiero recordar que en 1973, la que hizo
aguzar un poco el ingenio a los políticos, asesorados por
los expertos en ahorro energético, de la época, para que
“aparcaran y desaparcaran”, corrieran hacia delante y hacia
atrás el tiempo, haciendo bailar una hora, en el último fin
de semana de marzo y en el último fin de semana de octubre.
El baile del reloj parece que debe haber dado resultado, por
cuanto hace casi cuarenta años que sigue danzando, todos los
años dos veces.
Sin embargo, los que no somos expertos en esa danza, nos
hemos preguntado más de una vez a cuanto ascenderá el ahorro
ese energético de una hora, porque de ser rentable, o muy
rentable, tal vez , bailando dos horas hubieran logrado el
doble de ahorro. No sé, pero nunca me convenció esa idea.
Si todos los países hubieran adoptado la medida, habría
mejor entendimiento, pero cuando unos lo aceptaron, otros
siguen con su horario de siempre, otros que desde tiempos
inmemoriales se regían y se siguen rigiendo por el sol, y
todo lo que eso conlleva, lo único que aporta, antes que
nada y de verdad, es un disloque durante una semana de otoño
y otra de primavera.
Además, hay otra cuestión que al vivir aquí en Ceuta, de
alguna forma nos puede afectar un poco más, y es que como el
país vecino a lo largo de muchos años no entró en ese juego
horario, un residente de Benzú va por delante, en el tiempo,
dos horas, de abril a octubre, sobre otro que al otro lado
de la línea fronteriza, viva en Beliones. En estos
instantes, no sé si ahora, también, Marruecos hará ese
adelanto, porque de lo contrario cuando en Castillejos es la
hora del desayuno, en el Tarajal parece que va llegando la
hora de la merienda.
Sea como sea, hemos tenido este fin de semana una hora
menos, la pasada noche, y de una manera caprichosa nos
quitaron las 2 y cuarto de la madrugada, las 2 y media o las
3 menos cuarto, momentos que podían ser los favoritos para
muchos salir de paseo, embarcarse, tomarse unas copichuelas
o hacer otras cosas confesables o inconfesables, pero suyas
propias.
Alguien, de los que suelen salir tarde el fin de semana,
porque el domingo hay que madrugar menos, anoche se encontró
con que al poco rato de haber salido de casa ya le estaba
llegando la hora de volver a sus ocupaciones. ¡¡Vaya putada!!.
Ahora ya con experiencia, los políticos, algunos de ellos,
le han cogido el gusto a controlar el tiempo, según sus
caprichos o aparentes necesidades, y miedo me da que sigan
urgando en esos terrenos, porque son capaces – un político,
por el mero hecho de serlo, se cree capaz de todo – de hacer
que llueva a la hora que más perjudique a su adversario o
intentar que el verano, en el pueblo de al lado, se retrase
dos años para que esos vecinos no tengan turismo, por
ejemplo. Cualquier cosa si se trata de un político. De
momento lo mejor es no darles ideas, por si acaso.
Digamos, ya en serio, que este cambio viene en cumplimiento
de una Directiva Comunitaria que afecta a todos los países
de la Unión Europea. Sea como sea, mañana, aunque a la misma
hora del reloj, nos tendremos que levantar una hora antes.
No me gusta nada.
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