La formación de los estudiantes de
hoy exige, quizá más que nunca, de la implicación coordinada
de padres y profesores. Ningún padre puede creer que esa
tarea es propia y excluisva de los profesores, porque ellos
no sienta competente como educador o carezca de tiempo, pero
tampoco los docentes pueden lavarse las manos en la falsedad
de que los primeros y principales educadores son los padres,
sobre todo cuando se habla de su educación social como
ciudadanos.
El mensaje que hoy lanza desde las páginas de este periódico
la responsable de la Asociación de Madres y Padres del
Colegio Público Andrés Manjón es, en ese sentido, modélico.
Su invitación a los padres a implicarse directamente en la
educación y formación de sus hijos de la forma más estrecha
con los profesores, que sí pueden tener una responsabilidad
más directa en todo los relacionado con la instrucción y
aprendizaje de los alumnos, no parece poderse rebatir.
Los padres deben ser los primeros conscientes de su
obligación a la hora de velar para que haya coherencia entre
las ideas y criterios que sus hijos adquieren en el colegio
con el tipo de educación que están dando en la familia,
especialmente referido con las convicciones propias de un
sistema de democrático y de derechos como el nuestro, pero
entre otras cosas para ello los padres deben estar
interesados y capacitados para conocer qué dicen y qué no
los libros de sus hijos. En Ceuta, en las zonas donde el
fracaso escolar es más acusado no llegan al dos por ciento
los progenitores que tienen estudios superiores, menos de un
diez por ciento tienen estudios medios, un cincuenta por
ciento estudios básicos y el resto carece de estudios. Por
todo ello es tan importante y plausible no sólo la
disposición a implicarse de muchos padres, sino también
gestos como el de la Consejería de Educación promoviendo y
financiando iniciativas como la de ‘Hacia una comunidad de
aprendizaje’, que persigue precisamente todos esos
objetivos.
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