La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA)
considera “imposible”, según su informe ‘Derechos Humanos en
la Frontera Sur 2008’, presentado esta semana, que los
grandes campamentos que acogían a cientos de inmigrantes
subsaharianos en los alrededores de los perímetros
fronterizos de Ceuta y Melilla puedan reproducirse en el
futuro. Más que nada por lo “fielmente” que Marruecos, punto
de partida del 77% de los indocumentados que intentan llegar
a España, su papel de “gendarme europeo”, que a juicio de la
oenegé le facilita lograr acuerdos económicos con la Unión
Europea.
El número de inmigrantes indocumentados llegados a Ceuta y
Melilla durante el año pasado, 1.210, ha caído un 40% con
respecto a las cifras registradas por el Ministerio del
Interior en 2006, el primero en el que sus balances anuales
incluyeron números relativos a las dos ciudades autónomas.
Según los datos propios del informe ‘Derechos Humanos en la
Frontera Sur 2008’, presentado el jueves pasado por la
Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), el
número de foráneos llegados a Ceuta y Melilla el año pasado
fue ligeramente inferior: 1.140.
“Las conclusiones están a la vista”, razona el ex presidente
de la APDHA, Rafael Lara: “Se mantienen los flujos
migratorios hacia España desde África en niveles similares a
los de hace una década, sólo que efectivamente y de forma
paulatina se ha conseguido desplazar buena parte del control
de las migraciones hacia el sur y se ha logrado la
colaboración de los países de partida de las embarcaciones
que han aceptado su rol de policías de las fronteras de la
Unión europea, convirtiéndose en auténticos países tampón;
es la materialización de las políticas de externalización
que se diseñaran ya en el lejano Consejo de la Unión
celebrado en julio de 2002 en Sevilla y se concretaran en el
Programa de La Haya de 2004”.
Teniendo en cuenta que, según las cifras de la Agencia
Europea de Fronteras, el 77% de los foráneos que trata de
entrar ilegalmente en España tiene Marruecos como punto de
partida, el papel del país vecino en el control de los
flujos migratorios, tanto hacia Andalucía como hacia las dos
ciudades autónomas, ha sido capital.
Así lo entiende, aunque no con tantos parabienes como las
autoridades españolas, la vocal de la APDHA María Ángeles
Marco: “Marruecos tiene buenas razones para pasar
holgadamente el examen de buen alumno de la polítíca europea
de externalización de fronteras”.
Rabat, “fiel gendarme”
“Durante el 2008 ha cumplido fielmente con su papel de
gendarme europeo [que, en teoría la facilita las
negociaciones que en materia económica mantiene con la UE] y
ha ejercido la represión con empeño, también sobre sus
nacionales que intentaron emigrar, pero especialmente sobre
los inmigrantes subsaharianos en tránsito”, concluye, aunque
advierte de que su modus operandi para ejercer tal tarea
también ha cambiado: “En lugar de las grandes redadas
practicadas antaño, y que tenían el inconveniente de llamar
mucho la atención internacional y de las organizaciones
humanitarias, la policía marroquí practica ahora el goteo
constante de detenciones diarias y expulsiones en frontera
de pequeños grupos”.
En relación con las dos ciudades autónomas la APDHA destaca
que desde los saltos masivos del otoño del 2005, únicamente
tres inmigrantes han logrado atravesar el vallado de
Melilla. “El resto de entradas clandestinas se producen por
vía marítima, bien a nado o a bordo de pequeñas
embarcaciones”, refiere el informe, que cifra entre 3 y 4,
citando fuentes oficiales, el número de indocumentados que
sigue logrando entrar en las dos ciudades autónomas al día a
pesar de que “los alrededores de Melilla en la parte
marroquí, son prácticamente un campamento militar, con las
fuerzas del orden marroquíes siempre dispuestas a emplearse
a fondo”.
Cien subsaharianos
“La vigilancia es tal, que es imposible pensar en que
vuelvan a rehacerse los campamentos de antaño”, opina Marco
a pesar de que “grupos de subsaharianos se acercan a la
frontera y, en su desesperación, buscan la entrada por
métodos nuevos”.
En ese sentido en Melilla, donde se calcula que dos
centenares de inmigrantes siguen viviendo alrededor de su
perímetro fronterizo, el doble que en aquí, el año pasado
fue bastante más agitado que aquí de acuerdo con el breve
relato de acontecimientos más significativos en materia
migratoria registrados en ambas ciudades, que en el caso de
Ceuta pone un énfasis especial en el sobreseimiento en
octubre por parte de la Audiencia Provincial de un senegalés
al que supuestamente la Guardia Civil le pinchó su flotador
en septiembre de 2007 y en el “inédito” hecho de que seis
asiáticos acogidos en el CETI local solicitasen el año
pasado ser repatriados a la India mientras más de 70
compatriotas huían al monte para evitarlo.
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