La Comunidad Hindú dio la bienvenida al año nuevo, conocido
como Cheti Chand, venerando al patrón de los sindhi, Sain
Jule Lal, a través de rezos y cantos religiosos además de
una ofrenda de alimentos y frutos que, al caer la noche, fue
vertida en el mar simbolizando la continuidad y el ciclo de
la vida, tal y como expresaron los hindúes. Las bandejas
albergaron cinco piezas de frutas y otros enseres, y con
ellas, tres hindúes pretendían cumplir con alguna promesa.
La Comunidad Hindú de la ciudad celebró ayer la entrada de
su nuevo año, conocido como Cheti Chand, venerando a su
patrón Sain Jule Lal.
Tal y como expresaron los propios asistentes, “es la entrada
del año sindhi porque nosotros pertenecemos a la zona de
Pakistán, donde se localiza el río Sindhi. En su mayoría
somos comerciantes y ofrecemos frutas y alimentos a nuestro
patrón, Sain Jule Lal, el cual nació este mismo día”.
Esta divinidad les protegió en el siglo XI de un rey árabe,
Markha Shaj, quien ordenó a la población hindú convertirse
al Islam para que hubiera una sola religión en todo el
territorio. Sin embargo, esta divinidad logró detener la
propuesta de Markha, por lo que la comunidad hindú celebra
su libertad religiosa cantando bhajans y adorando a su
salvador, recordando el momento en el que esta divinidad
emergió del río Sindhi y se enfrentó a toda la corte de la
región en defensa de los hindúes.
La celebración comenzó sobre las siete de la tarde en el
templo hindú, con los rezos y cánticos religiosos frente al
altar que albergaba a las divinidades hindúes y las
ofrendas, estas compuestas por frutas, fuego, azúcar o
arroz. “Hay personas que cuando tienen una promesa, ésta es
preparar una bandeja con todos los complementos. Tras el
rezo, se tiran al mar, todo lo culminamos allí”, manifestó
una de las asistentes al templo hindú.
Las bandejas estaban compuestas de cinco piezas de frutas,
ya que para los hindúes este número posee mucha fuerza;
montículos de arena con piedras, almendras y cargamomo
clavados en ellos. Y luego les añadieron sándalo, leche y
frutos para bendecir luego el rezo colectivo. “Todas
nuestras oraciones son ofrendas de luces ya que siempre
encendemos mariposas, velas y el arti es una luz, la
esencia”, argumentó la joven.
Aunque la confusión de podía hacer patente, la diferencia
entre esta celebración y el Diwali o fiesta de las luces,
quedó patente. “El Diwali es un año comercial porque hacemos
los inventarios. Pero hoy -por ayer- es el verdadero año
nuevo nuestro, sindhi”, apostilló.
Otro de los ofrecimientos preparados en el altar fueron los
tradicionales guisos con vendas en los ojos. “En la cazuela
hay azúcar, arroz, azafrán y agua. Se pone al fuego y tal y
como quede porque no se puede abrir. Como si lo ofrecemos a
las divinidades, lo tiramos al mar para que lo coman los
peces, suguiendo el ciclo”, esgrimió la participante.
Tras las oraciones, los congregados se dirigieron hasta el
mar que baña la Ribera para así concluir sus ofrendas que
representan el ciclo de la vida.
|