Hubo un tiempo, más o menos dos
años atrás, en el cual todos los días se hablaba de lo
mismo: si el Partido Popular gana las elecciones generales,
seguro que Mariano Rajoy le ofrece a Juan Vivas
un cargo en el Gobierno de España.
Era el comentario más extendido por tertulias, corrillos y
mentideros. Y, lógicamente, se hacían toda clase de cábalas.
Que si Vivas podría ser escogido para ministro, que si para
secretario de Estado, que si para director General... y así
sucesivamente la gente opinaba a discreción.
Lo cierto es que casi siempre había unanimidad en una cosa:
los éxitos de Vivas en las urnas no sólo habían causado una
enorme impresión en la calle Génova sino que, además, en la
sede principal de los populares se reconocía que éste se
había revelado cual político de altura.
Tampoco faltaban quienes auguraban un desastre para el PP de
Ceuta si acaso se confirmaban los rumores ya reseñados. Y
hasta se vaticinaban encarnizadas luchas intestinas,
producidas por quienes aspiraban a convertirse en candidato
a la alcaldía.
Recuerdo que en una de las visitas de Rajoy a Ceuta, lo
primero que le preguntaron fue por la posibilidad que tenía
Vivas de irse a Madrid. Y el gallego no tuvo ningún
inconveniente en decir que Juan era un extraordinario activo
del PP y que, por tanto, figuraba en sitio preferente en su
lista de personas relevantes.
Semejantes declaraciones hicieron que hasta el propio Vivas
tuviera que poner fin a los rumores, asegurando que su vida
política acabaría como presidente de la Ciudad. Y el debate
quedó cerrado a partir de ese momento.
Sin embargo, me da en las pituitarias que muy pronto volverá
a hablarse de ese asunto con verdadero interés. Me explico:
el martes pasado coincidí en la cafetería del Hotel La
Muralla con alguien que militó en Alianza Popular y lo sigue
haciendo en el PP. Ese alguien es de derecha de toda la vida
y no se esconde, si llega el caso, a la hora de proclamarlo.
Pese a que es persona tranquila, moderada y poco dada a
perder los papeles en discusiones sin sentido.
Lo primero que me dijo, con gran satisfacción, es que el PP
ganará las próximas elecciones generales. Y me razonó los
motivos por los que está tan seguro de que el cambio se va a
producir. Tras escucharle atentamente, sólo se me ocurrió
responderle que aún queda mucho tiempo por delante.
Reservándome mi opinión en relación con algunas de las suyas
que no me parecían muy acertadas. En un momento determinado
de nuestra charla, y dado que él cree a pies juntillas en
que Rajoy será el próximo inquilino de La Moncloa, sacó a
relucir el nombre de Vivas. De quien aseguró que ocupará un
cargo destacado en el Gobierno de España.
Mi interlocutor, tras tomarse un respiro, continuó
diciéndome que lo que me estaba contando no tenía vuelta de
hoja. Por más que el propio Vivas saliera a la palestra,
nuevamente, para propalar que él nunca dará semejante paso.
Y remató su faena adelantándome los nombres de las dos
personas que podrían entrar en lucha abierta, llegado el
momento, para convertirse en candidato indiscutible a la
presidencia de la Ciudad: Gordillo y Márquez.
Mi conocido habla con tanta propiedad sobre el futuro que me
dio la impresión de estar oyendo al famoso Acisclo
Karag: médico y periodista deportivo, que acabó siendo,
en los años de Maricastaña, mago a edad tardía.
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