Llevamos varios días viendo en la prensa, cómo la visita del
Secretario de Estado de Turismo viene acompañada de promesas
de promoción de Ceuta como destino turístico, apostando por
la especialización de la ciudad como destino de turismo
náutico. Estas acciones se enmarcarán dentro del Plan de
Competitividad 2009-2011 “Ceuta 2+2: Dos mares, dos
continentes”, que está presupuestado en dos millones de
euros.
Yo, que soy diplomada en turismo, me he empapado de todas
estas noticias, al principio devorando la información,
ilusionada, pensando que la especialización de la que se
hablaba se trataba tanto del destino en sí como de las
personas que trabajan en el sector. Pero va a ser que no, o
al menos yo no he leído ni una sola alusión al respecto.
Por lo visto los que tenemos estos estudios vamos a seguir
utilizándolos para lo mismo que hasta ahora, para nada de
nada.
¿Competitividad, especialización? Estas palabras tan
familiares, leídas durante años, repetidas hasta la saciedad
en los temarios de la carrera me producen hoy en día un gran
chirrido por el cinismo que envuelve todo el tema. ¿La
calidad como arma fundamental para la supervivencia del
sector turístico español y la profesionalización un vehículo
imprescindible para conseguirla? Echar mano del humor negro
y reirme es el único recurso que me queda ahora cuando
escucho algo parecido, tal y como están las cosas en la
realidad del día a día.
Desengañémonos, no existen profesionales en este sector, o
son los menos. Para trabajar en hoteles, en agencias de
viajes, como informadores turísticos o azafatas entre otras
pocas salidas que nos dan a los diplomados en turismo no se
necesita ninguna titulación, cualquiera que lo desee puede
trabajar en estos puestos sin haber pisado una facultad en
su vida y en el caso de pedir algún tipo de estudios,
cualquier otra titulación vale. De hecho es muy común
encontrar a diplomados en empresariales ocupando puestos
relacionados con el turismo.
Se dice por ahí que para ocupar ciertos cargos como el de
director de hotel es necesario el titulo, pero ésto ni
siempre es así, ni las posibilidades de ascender empezando
en recepción son muchas por no decir que son nulas. En el
otro supuesto en el que ser titulado en turismo serviría de
algo, es a la hora de abrir una agencia de viajes, pero cada
comunidad autónoma al tener competencias en materias
turísticas legisla como quiere resultando que la mayoría han
decidido que no sea obligatorio la tenencia de estos
estudios. Así que estamos como al principio, no hay ninguna
actividad, ni siquiera una oposición a la que podamos optar
únicamente los profesionales.
No conozco a nadie que haya estudiado esta especialidad y no
se haya arrepentido. Perder tres años de nuestra vida
dedicando un tiempo y esfuerzo valioso para acabar teniendo
los mismos méritos en el mercado laboral que cualquiera sin
estudios superiores es absurdo y además y lo que es peor,
tremendamente frustrante. ¿No sería mejor entonces, suprimir
esta carrera de la oferta de estudios universitarios? Somos
muchos los que nos hemos planteado esta cuestión cansados de
que nos tomen el pelo vendiéndonos humo, preparándonos para
un empleo cualificado que en la realidad del mercado, oh
sorpresa, no existe.
Pero sin embargo creo que no. Por harta que esté de todo
esto, estoy convencida de que la supervivencia del sector
pasa por contar con profesionales capaces de buscar
estrategias para desestacionalizar los flujos turísticos,
que sepan de los métodos de un servicio especializado que
otorgue al destino el valor añadido de la calidad y que
puedan prever las ventajas y oportunidades que nos ofrece
nuestra ciudad para conseguir una oferta distintiva y
peculiar que nos diferencie del resto. Materias todas que
nos competen y en las que estamos formados. ¿Como pretenden
si no promover un sector tan importante como el turístico,
si el personal que trabaja en el mismo no tiene ni idea de
cuál es su funcionamiento ni está profesionalmente
capacitado para desarrollar una labor de calidad? Porque
puestos a que reine el intrusismo, que no se exija tampoco
ningún requerimiento especial para trabajar de maestro en un
colegio, de abogado en un bufete o de ingeniero. Pero por
supuesto esto sería impensable.
No pedimos nada extraordinario, más que se reconozca nuestra
preparación y se regule la profesión de los que estamos
capacitados para trabajar con prioridad en el mundo del
turismo. Que la incoherencia y la contradicción entre la
teoría y la realidad desaparezca de una vez por todas
pudiendo empezar a hablar entonces, por fin, de
competitividad.
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