Está el ambiente más caldeado de
lo que parece y lo malo es que se empiecen a entrecruzar
terrenos que, cuando menos, debieran ir distanciados o, a lo
sumo, en paralelo.
Particularmente no me gusta que algo tan sentido, en unos
lugares, o tan folklórico en otros, como es la Semana Santa,
empiece a desbarrar y a entrar en unos callejones, que no
siempre van a tener salida.
He dicho, Semana Santa, cuando debiera haber dicho
cofradías, por cuanto son estas las que conforman el alma y
dan vida, especialmente, a la propia Semana Santa.
Mentiría si ahora fuera a posicionarme del lado del aborto.
Ni estoy a favor, ni lo voy a estar nunca, pero como
respetuoso con las leyes, siempre, no iba a ser ahora cuando
no guardara el respeto debido a una ley que han elaborado y
aprobado quienes están facultados y legitimados para ello.
Esto no quiere decir que dicha ley, en su momento, si el
Legislativo lo considera oportuno, no se vaya a poder
cambiar o a derogar, pero eso en su momento, hoy lo que hay
es eso y nada más.
Por este motivo no voy a aprobar esa manifestación, con
distintivos o sin ellos que pretenden algunas cofradías en
las procesiones de la Semana Santa, que ya está tan cercana.
Craso error sería ese, si es que estas cofradías quieren que
los que no son sus seguidores les respeten, como mínimo, en
sus prácticas, no siempre del agrado de todos.
Una cofradía tiene sus normas, sus estatutos, su forma de
salir procesionalmente, su forma de vestir..., pero en
ninguna, que conozcamos, está un artículo que diga que hay
que oponerse a las leyes legítimamente establecidas, y mucho
menos cuando Iglesia y Estado no van al unísono, no van
cogidos de la mano. Lo único que debe haber en cada uno es
respetar al otro, de lo contrario mal se puede terminar.
Veo en nuestra edición del pasado martes que: “Las cofradías
ceutíes no lucirán signos contra al aborto”. Es lo mejor que
pueden hacer, pensando en una Semana Santa para todos,
amparada en el respeto de unos y en la actividad y devoción
de los otros.
Aquí hay que alabar el hecho de que “Los miembros de estas
Hermandades creen que no se debe mezclar una ley, guste o
no, con la celebración de la Semana Santa”. Y aquí debemos
sentar la idea de que las hermandades forman una parte, muy
importante, de la Iglesia, pero no son ellas solas la
Iglesia, y me atrevería a decir que, ni siquiera son la
parte más importante de la Iglesia, como tampoco lo es el
clero que dirige, controla, a veces, organiza y se muestra
como cabeza más visible de la Iglesia.
En la Iglesia cabemos todos, entre todos la conformamos y
sería absurdo que ahora, precisamente ahora, estos grupos
perfectamente configurados u otros movidos por los que se
creen los amos y dueños de la Iglesia aprovecharan la
ocasión para mover un “simple” alboroto.
Si desde la Vicaría se dice que:” Cada cofradía es libre
para decidir si emplea o no algún signo visible en sus
pasos”, no está haciendo más que lo debido, porque entrar en
otras cuestiones sería encender un fuego, que maldita la
falta que nos hace en estos precisos momentos.
Y que nadie se confunda en interpretar frases aisladamente,
incluso del Evangelio, porque siempre en la parte contraria
hallaríamos la otra que no daría la razón a esa buscada
intencionadamente mal.
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