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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 25 DE MARZO DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACION

Aróstegui, un auténtico cuco

Por Rafael Uceda


El cuco es un pájaro que ni fabrica nido, ni calienta huevos, ni cuida de su prole, sin embargo siempre hay cucos. ¿Cómo es posible?. Pues llegado el momento de la cría entre las aves, que normalmente coincide con la primavera, pone el ojo en el nido de un pequeño pajarito, del tamaño de un gorrión (el cuco es cinco veces más grande) y en el primer descuido de la trabajadora avecilla, coloca su huevo en el nido ajeno y se va, dejando todo el trabajo de cría a quien creyendo ese inmenso huevo también suyo, acabará sin su propia prole y al borde de la extenuación ante el instinto insaciable del nuevo cuco, a quien sacará adelante pero a costa de su vida y la de su genuina descendencia.

Se han dicho muchas cosas a lo largo de su ya dilatada trayectoria pública de Juan Luís Aróstegui, la verdad es que cada vez peores, pero en estos últimos tiempos está transmutando su personalidad o tal vez dejándola aflorar como nunca y ha iniciado una estrategia propia de ese sagaz ave denominada cuco.

Para empezar, necesitaba encontrar un nido y una avecilla demasiado ocupada en sacar adelante su nidada, como para caer en la cuenta de que le estaban colando en su propio nido, que tanto trabajo le costó producir, un huevo ajeno, deparador de consecuencias incalculables.

Y cual ávido cuco, Aróstegui en un vuelo rasante, le ha colado el huevo gordo al incauto de Mohamed Alí, que ahora tiene que decidir qué hacer con el nuevo inquilino que le han depositado en su casa sin que nadie le haya dado permiso y que viene con la intención de quedarse y comérselo todo. Es decir, que Mohamed Alí tiene que elegir entre sacrificar a su propia gente y su propio proyecto político para saciar las ansias de Aróstegui o mandarle a hacer puñetas al carota de la semana (más bien del siglo).

Aróstegui es un desahuciado de la política ceutí, que sólo se sostiene por el rencor hacia el pueblo que le ha dado la espalda y que necesita como alma en pena vivir dentro de otro cuerpo, porque el suyo hace ya mucho que dejó de existir.

No tiene otro proyecto político que el de saldar deudas, esparcir ira y ensuciar todo lo que haya a su alrededor. Es cacique, es sátrapa y además pueblerino, pero no le gusta trabajar, sólo piar, eso si, con un canto distinto, el del cuco.

Alí, es nuevo, pero no parecía tonto. Siempre se le ha visto algo impaciente, pero lleno de insultante juventud, con margen de espera. Algo preocupado por su etiqueta de musulmán, pero cada vez más centrado, mucho más que algunos “cristianos” del lado derecho. En definitiva, en Alí muchos ceutíes han puesto sus esperanzas para ser de momento quien ejerza el necesario control del Gobierno de Vivas, cada vez más necesitado de esto, y, quien sabe si más adelante, el relevo natural del un agotado gobierno popular.

Parecía que sus acercamientos al PSOE de Ceuta podían mejorar sustancialmente su posición política en la ciudad, pero esos contactos no fructificaron, seguramente por culpa de ambas formaciones, PSOE y UDCE, si bien habría que achacarle mayores al PSOE que, a pesar de su ruina local, no ha perdido su “palomera” arrogancia.

Pero lo que si parece evidente, es que el proyecto de asociación con el partido que lidera Aróstegui (que está en liquidación por cierre y derribo), no viene sino a finiquitar las pocas posibilidades de éxito de Mohamed Alí en la política ceutí.

Aróstegui es un gafe, y gafará a Mohamed Alí. Se quedará con su nido, echará a su propia gente, instalará a la del PSPC, se comerá todo y acabará con la UDCE. La contaminará hasta el punto de ser repudiada por los mismos que hasta ayer votaban a Alí. Y el primer paso ya está dado: colocar su huevo en el nido de Alí sin su consentimiento. ¿Y cómo lo ha hecho?: Filtrando al medio de comunicación escrito en el que el cuco escribe, el protocolo de colaboración entre la UDCE y el PSPC y dándolo por bueno y aprobado, sin que todavía lo conociesen ni, por tanto, lo hubiesen aprobado, la dirección y las bases de la UDCE.

Mohamed Alí se está jugando su propia existencia política. Aróstegui no, porque simplemente ya no existe.

Y una mínima reflexión de Alí o de sus compañeros de partido, les llevará a la inevitable conclusión de que es mejor que un proyecto político se acabe por si mismo, a que muera por un virus llegado desde el exterior.

Ceuta necesita frescura, no momias, ideas nuevas, no mensajes envueltos en polvo y esa frescura todavía la representan Mohamed Alí y un notable grupo de jóvenes que le rodean, que tiene ganas de trabajar por Ceuta, a los que tiene que darles la oportunidad para hacerlo y deshacerse de viejos carcamales de la política ceutí que en su momento, que lo tuvieron, sólo trajeron ruina.
 

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