Decía el inimitable e inigualable
humorista, Miguel Gila, en una de sus magistrales
intervenciones, en las que hablaba de las bromas que hacían
en su pueblo, que si no le gustaban las bromas que se
marchasen del pueblo.
En este pueblo nuestro, cachondo mental donde los haya, hay
quienes se cabrean en cuanto se escribe de broma algún
artículo y aparece relacionado con el mismo. No tiene
sentido del humor o si lo tienen, cosa que es dudosa, sólo
se ríen cuando las bromas se las gastan a otros. A todos
ellos, se les podía aplicar la frase del genial humorista,
Miguel Gila: “Si no le gustan las bromas que se vayan del
pueblo”.
Dicen las grandes eminencias de la medicina que reírse es lo
más sano para el corazón. Con esa receta dada por los genios
de la medicina, que duda cabe que hay que reírse hasta de
uno mismo. Cosa que, mirando por mí corazón, tomo cada día
la porción necesaria para mantener, en perfecta forma, eso
que pesa aproximadamente medio kilo, que está casi en el
centro del pecho, aunque algo ladeado a la izquierda.
Aunque, a decir verdad, la porción que más me tomo es la
reírme de mi mismo. Oiga, no es por nada, pero da unos
resultados excelentes.
No hay nada, para la conservación de la vida y mantenerse en
forma, que una buena receta de humor. Reír además de ser un
consejo de los sabios médicos, es lo más recomendable para
tener una salud sana. Ya lo dijo aquel y si no lo dijo aquel
lo digo yo, que viene a ser lo mismo “Reír sano en corpore
sano, mente sana”. ¡Peazo de frase acabo de inventarme!.
Lo siento muchísimo por el personal que se cabrea cuando
recibe una broma y no sabe aceptarla como tal. Pierde, con
ese cabreo, la oportunidad de darle a su cuerpo una alegría
y una receta infalible para mantener en perfecto estado el
corazón. ¡Que grande es el humor!.
Decía la sabia de mí abuela “que todos aquellos que carecían
del sentido del humor iban, todos los días, por la calle con
la cara avinagrada despidiendo gentes, dando la sensación de
que estaban oliendo a cagajones”
Acordándome de la frase de mí viejita querida, veo gente por
las calles que le dan toda la razón a ella. Son todos esos
que parecen que están toda su vida amargados y que no han
tenido ni tan siquiera una mala sonrisa a lo largo de su
vida. Tiene que ser una carga enorme el vivir, toda una
vida, amargado creciendo del más mínimo sentido del humor.
¿Merece la pena vivir de esa manera, todo el día oliendo a
cagajones?. Porque si como dijo aquel, que la cara es el
espejo del alma. Vaya alma más aburrida.
Y mira que la televisión realizó una campaña, diciendo el
slogan “Vaya con otra cara por la vida”. Pues nada, para
esta gente carente del sentido del humor, el asunto del
slogan, no le afecto lo más mínimo. Siguen con esa cara
avinagrada, despidiendo gente a su paso.
Sigo manteniendo la frase del genial, Miguel Gila, el que no
sepa aguantar una broma que se vaya del pueblo a la que, por
supuesto añadiría, si te enfadas por una broma, “ajo y
agua”.
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