No recuerdo que, a lo largo de los
últimos treinta años, tras saber que una persona ha sido
asesinada, se hayan pasado tantas semanas sin poder rescatar
el cadáver.
En principio, los presuntos asesinos, son jóvenes, un menor
y otro que ronda los 20 años, pero están poniendo de
manifiesto, con sus cambiantes declaraciones que, son
expertos en el engaño y la trama para despistar, por un lado
a la justicia y por otro a la policía.
El tiempo va pasando, mañana va a hacer dos meses que la
jovencita, Marta del Castillo, desapareció. Pasaron varios
días hasta dar con los auténticos culpables o, mejor dicho,
presuntos culpables, y de ahí no se ha podido pasar.
Hubo unas primeras manifestaciones, para despistar un poco
más, al decir que habían arrojado el cadáver al
Guadalquivir, lo que ha ocasionado un despliegue inmenso de
medios para nada, porque allí, parece, no había sido
arrojado el cuerpo sin vida de Marta del Castillo.
Y ahora, más difícil todavía, con las no sé si últimas o
penúltimas manifestaciones del presunto asesino, cuando
manifiesta que el cadáver lo depositaron, en una bolsa de
plástico, en un contenedor.
Una doble canallada, no se puede tildar esto con otra
expresión, y es más canallada aún por cuanto han dejado
pasar el tiempo, casi dos meses, tratando de que el propio
tiempo pueda destruir pruebas, con lo que podrían ir
esquivando un poco más el rigor de la ley.
De momento, no me creo, tampoco, esta situación y ya veremos
cuando se hayan removido miles y miles de toneladas de
basura, si no nos encontramos con otra manifestación que
vaya a contradecir la primera y la segunda.
Las leyes, lo hemos dicho muchas veces, si son flexibles
pueden llegar a ser, incluso, más justas, pero en casos como
este la flexibilidad tendría que ser cero. El peso, el más
grande, de la ley tendrá que caer sobre esos presuntos
distorsionadores de la ley que, posiblemente, con
orientaciones de alguna parte, para menguar la condena,
están jugando con algo que no es ningún juego y tienen
desconcertado a todo el país.
No me extraña que los padres de Marta del Castillo pidan que
se establezca la cadena perpetua, yo también la pediría para
casos como este y, si en ciertos aspectos, algunos grupos,
ya hace meses, pedían, para otros asuntos, hacer una
revisión de la Constitución, casos como este, o como el de
hace un año de la niña Mari Luz, en Huelva, están pidiendo a
gritos que quienes cometen actos de este tipo no pueden
volver a salir a la calle, puesto que una vez libres, corre
el riesgo la sociedad de que, otra vez, se vea atacada con
acciones semejantes.
Todavía, cuando estoy escribiendo, no ha aparecido el
cadáver de Marta del Castillo y ya empiezan las
especulaciones a hablar de posibles atenuantes que tendrían
los presuntos asesinos, si estaban bajo la influencia de la
droga.
Parece, y me da vergüenza de ello, que antes de ver lo que
realmente han hecho, ya se quiere recortar todo lo malo que
han ocasionado a sus padres, a sus familiares y a toda la
sociedad.
Es traumático que haya quien parece experto en salir a favor
de los presuntos delincuentes, que representan, en este caso
en concreto, una verdadera tara social y biológica. Ni lo
entendí nunca, ni lo voy a entender ahora y, mucho menos, lo
podremos justificar.
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