Cualquiera que sea mínimamente avezado en la historia
política de esta ciudad. Cualquiera que haya vivido más o
menos de cerca la intensidad del día a día del Ayuntamiento
de Ceuta en los últimos veinte años y su evolución
socioeconómica desde finales de los ochena hasta acá, sabe
que el representante terrenal en nuestra ciudad de la
Santísima Trinidad, Juan Luis Aróstegui [líder político,
sindical y ariete en la Docencia] lleva la última década a
lomos de una representatividad social forzada por su ego e
incombustible necesidad de sobresalir y permanecer en el
escenario público. Le ha importado bien poco que su PSPC
manifieste síntomas de un agotamiento claro, recordado cada
cuatro años por los ceutíes durante algo más de doce años, y
poco le importa además encorsetar a Comisiones Obreras como
instrumento de sus intereses políticos porque le da la
opción de ‘jugar’, desde ese balcón sindical, a la politica
local de la que le echan permanentemente los ceutíes. Este
Fraga a lo pobre, localista y autodefinido como progresista
pretende hacerse con la marca UDCE a través de un acuerdo
‘de cohesión’ con el que asomarse directamente y por la vía
más rápida a las tablas de la Asamblea de Ceuta que no huele
desde hace más de doce años cuando era aún exclusivamente
Ayuntamiento.
Curiosamente el pasado mes de enero, un encuentro entre UDCE
y PSPC vaticinaba lo que podría ser una entente política que
llevara peso a esta ‘unión’ localista-progresista a las
próximas elecciones locales, pero la lealtad y el trabajo
conjunto se convierte en una quimera en manos de Aróstegui
quien almacena en su ‘curriculum vitae’ político-sindical
casos tan, en su día explosivos, como Continente o Ciudad
Límpia. Las hemerotecas están para consultarse porque quien
olvida el pasado se convierte en candidato para cometer los
mismos errores de antaño.
Alí, joven político que ha logrado alcanzar cotas
interesantes y potencialmente considerado como una posible
futura figura política, ha cometido el error de encomendarse
a quien mantiene no un barco, una balsa a la deriva. Hablan
de lealtad y de trabajo conjunto, pero Aróstegui ya le ha
faltado tiempo de airear, como válido absolutamente, una
previsión de acuerdo que él ya da por bueno en nombre del
PSPC [formación que maneja con omnipotencia] pese a que las
bases de UDCE, y aún más, su Ejecutiva no sólo no lo ha
aprobado aún, sino que ni siquiera se ha llevado todavía a
discusión. De modo que Aróstegui demuestra a las claras que
quien maneja el ‘tempo’ es él. A la ‘mierda’ el trabajo de
UDCE y de sus bases para alcanzar los éxitos electorales en
una ciudad que le da permanentemente la espalda al PSPC.
Desde luego, en esto del acuerdo UDCE-PSPC no hay unanimidad
en el seno del partido de Mohamed Ali. Las voces disonantes
al respecto evidencian que esta travesía-aventura le puede
costar más de un disgusto a Alí y muchos dolores de cabeza
para controlar por un lado, a los disgustados de su partido
y por otro los ‘arreones’ de a quien le puede el manejo y el
control de la situación por creerse ‘tocado’ con la mano
divina de la sabiduría.
Aróstegui acusa a los medios de estar ‘controlados’ por el
Gobierno local, ‘la sartén le dijo al mango’. En esta
ceremonia de la confusión gusta de manejarse el ‘Sumo
Sacerdote del Culto a Júpiter’, por aquello de los dardos de
los jueves [En época romana los sabios seguidores de este
Dios lanzaban sus dardos-palabras como simbolismo del rayo
de Júpiter. Aunque Cicerón les acusaba de abusar de falsos
testimonios y de perjurar con el fin de mantener un poder
paralelo a Roma]. Demasiadas coincidencias.
La predisposición a los manejos, estrategias permitida por
la plataforma pública que le brinda desde hace décadas su
apoyo a Aróstegui para uso y abuso de una influencia más
autocreída que real, forma parte de la deslealtad permanente
de quienes, paradoja, apelan precisamente a una lealtad que
ni conocen, ni profesan.
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