España, con una población musulmana residente superior al
millón de personas, su cercanía al mundo árabe y ancestral
ambición para el Islam por significar la deseada Al Andalus,
se está conviertiendo en el escenario de una soterrada
lucha, no cruenta pero sí de influencia donde los
movimientos suní y chií empiezan a establecer sus posiciones
para controlar a una población musulmana capaz de, con la
paciencia del tiempo, ‘islamizar’ un territorio en el que
los actores prevalentes Marruecos e Irán juegan, con la
permisividad laicista occidental del Gobierno, a copar y
fidelizar al musulmán español. Y Ceuta es la primera
‘batalla’.
El Gobierno español asiste, de momento, como observador
aunque con cautelas a los movimientos de influencia islámica
que se percibe en Ceuta, tradicionalmente seguidora
-hablamos de la población musulmana- de la escuela suní-malekí
cuyo comendador de los creyentes viene personificado en el
maxímo representante del trono alauí. Paralelamente, en la
última década, se ha venido estableciendo en Ceuta una
derivada del movimiento suní, el wahabismo, que es la
religión oficial de Arabia Saudí y que hasta la fecha
significaba la presencia de dos modelos regidos por la misma
columna del Islam [la Suní] pero con intereses enfrentados
por la influencia religiosa marroquí que lidera el
movimiento malekí.
Pero en Ceuta, manifiesta probeta social, las ramificaciones
rigoristas del Islam también han dado paso a cierta
presencia del salafismo [una rama del Islam que nace en
Egipto y que trata de modernizar el actual Islam manejado
por la tradición posterior a Mahoma] que busca seguir la
doctrina original, muy tradicionalista en lo que la
modernidad occidental se considera destructor de lo
islámico. La ‘Operación Duna’ con once detenidos,
capitaneada por el juez Garzón, da fe de la presencia del
salafismo en Ceuta Un salafismo que recreció y se
fundamentalizó entre la insurgencia iraquí para cobrar nueva
intensidad.
Con todo este maremagnun de tendencias religiosas, los
servicios de Inteligencia español y marroquí [en Ceuta la
inteligencia del país vecino opera y está muy activa; pasa
lo mismo a la inversa] han detectado la presencia de lo que,
para no profundizar en exceso, podríamos denominar ‘pro
iraníes’ o seguidores de la rama chií del Islam cuyo valedor
principal se centra en el régimen de Teherán. Irán, en su
especial cruzada contra occidente y contra la versión suní
del Islam a la que están enfrentados desde la batalla de
Siffin (661 DC) en la que Ali, primo y yerno de Mahoma quien
además de padre de sus nietos reclamó los derechos de
sucesión del profeta y se proclamó califa. El sangriento
final derivó en los dos grupos más importantes dentro del
Islam: el Suní que consideran que la sucesión de Mahoma
corresponde a un miembro de su tribu, y el Chií que
consideran que los califas posteriores que sucedieron a Alí,
el yerno de Mahoma, son usurpadores.
Ceuta, tablero de operaciones
Con estas premisas, el escenario de Ceuta supone un tablero
de especial importancia para los intereses de la región.
Marruecos con intereses políticos anexionistas, sumados a
los de control religioso para evitar la puesta en duda de la
magnificencia espiritual del monarca; los saudíes,
fundamentalmente por interés entre lo comercial y espiritual
de control en un país, España, al que consideran un segundo
hogar; y, ahora, los iraníes empeñados en fustigar núcleos
concretos donde establecer sus ramificaciones expansionistas
de un régimen llegado tras derrocar al Sha, donde el
Ayatolah Jomeini lideró el impulso chiita en la región,
ahora mantenido por la supremacía del líder espiritual Alí
Jamenei [comandante en jefe de las fuerzas armadas, máximo
exponente de las operaciones de Inteligencia y de
seguridad]. Bajo su mando el presidente Mahmud Ahmadineyad
dirige el país que se rige por la Sharia (ley islámica).
PJD en Ceuta
Ley Sharia es la que siempre planeó el Partido Justicia y
Desarrollo en Marruecos (PJD). Para situarlos, desde sus
filas islamistas pidieron, como protesta contra la visita de
los Reyes a Ceuta y Melilla, que se boicotearan los
productos españoles en el vecino país y se calificó de
“provocación” la presencia de Don Juan Carlos y Doña sofía
en nuestra ciudad. Miembros de este partido afirmaron que
con el viaje, el Rey se mandaba un “mensaje negativo al
mundo árabe”. Curiosamente, con motivo de la conmemoración
del profesta, y revestido de una ‘oficial’ catedrática
conferencia, dos profesores Abouzaid Al Moukri y El Amin
Boukbza disertarán sobre convivencia. Estos dos personajes
marroquíes son miembros del PJD, cuya formación se atrevió a
enviar a tres representantes a visitar Irán, justamente en
mitad de una sinigual crisis diplomática entre Marruecos y
el gobierno de Teherán. El país de Mohamed VI criticó las
acciones de las autoridades iraníes que afectan a los
fundamentos religiosos de su reino y al rito suní “que
unifica a los marroquíes” y acusó a los diplomáticos iraníes
en Marruecos de interferencia en los asuntos internos del
país.
Y es que, como en Ceuta y por extensión España, hace meses
que estalló una polémica en el mundo islámico por la
política iraní, calificada de ‘agresiva’, de extender el
rito chií en los países árabes de mayoría suní, incluido
Marruecos. En los últimos años, la penetración del chiísmo
en la sociedad marroquí ha despertado la preocupación de las
autoridades marroquíes. La lucha contra esta expansión en
Marruecos se centró en líderes de dos organizaciones
islamistas: ‘Al Badil Al Hadari’ (alternativa de
civilización) y ‘Al Haraka Al Umma’ (movimiento para la
nación islámica). Dichos líderes fueron detenidos en el
marco del desmantelamiento de la red de Abdelkader Belliraj,
acusado junto con otras 35 personas de preparar atentados
terroristas en Marruecos. Los líderes de estas
organizaciones, Mustafa Mutasim y Mohamed Maruani, acusados
de servir como rama política de la red Belliraj, eran
miembros de una organización clandestina, de tendencia chií,
llamada ‘Yund Alá’ (soldados de dios). Marruecos ha
intervenido directamente para intentar moderar un partido
político que se le estaba radicalizando ‘en exceso’. Los
contrarios a esta intervención se estarían acercando a la
formación islamista Justicia y Caridad del Jeque Yassin,
contraria a la monarquía marroquí, muy representado en el
norte de Marruecos con algún ramal detectado en Ceuta.
Alertados
Y aquí, en Ceuta, el CNI y los servicios de Información de
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se encuentran
alertados de la presencia, cada vez más notoria de quienes
abrazan el chiísmo. El conocimiento sobre el terreno y la
detección de varios procesos de radicalización en ciertos
personajes atribuirían la presencia de dos miembros del PJD
en la Ciudad Autónoma (a la que consideran ciudades
ocupadas) para las conferencias en conmemoración del ‘Maulid’.
Además, uno de ellos, el profesor El Amin Boukhoubza, sería
curiosamente el fundador de la Asociación de Amistad
Marruecos-Irán, lo que configuraría un cócktel que analiza
con cautelas el Centro Nacional de Inteligencia que, pese a
lo que se diga, no unifica informaciones con las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado en detrimento de una mayor
cooperación.
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Se seguirá muy de cerca las conferencias sobre el Maulid
El jefe religioso de la zona norte
de Marruecos (Tetuán-Tánger) ha mostrado su preocupación por
la presencia de los dos invitados de la Comunidad Islámica
Iman Málik. De hecho, impide que los dos profesores,
miembros del PJD, ofrezcan ningún tipo de discurso en las
mezquitas de Ceuta este sábado día 28. De hecho, con este
mandato los desautoriza a hablar en los centros religiosos
de Ceuta del nacimiento del profeta pese a que Mohamed El
Amin Bouhoubza es iman. El PJD ha destacado en los últimos
meses por su radicalización y sus cercanías, según mantiene
el régimen de Mohamed VI, a Teherán con su modelo de
islamismo gubernamental basado en la Ley Sharia. La
presencia de estos dos políticos, profesores y ‘pensadores’
molesta en Marruecos y alerta en España ante la sospecha de
que en Ceuta se escenifica una lucha de poder entre lo suní
malekí, suní wahabí y, ahora, lo chií.
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