Todos tenemos algunas cosas que nos preocupan más que otras
y mucha gente tiene ciertos rituales o rutinas que sigue
diariamente. Las personas con rutinas fijas, pueden comer e
irse a dormir todos los días exactamente a la misma hora.
Mientras estos patrones de comportamiento satisfagan las
necesidades de los individuos que los realizan, sin
perturbarles la vida, son considerados simplemente como
rasgos del temperamento o formas de ser, pero en algunas
personas, las preocupaciones y rituales se salen de control;
sus vidas comienzan a verse dominadas por pensamientos y
comportamientos repetidos, y aunque admitan que carecen de
sentido, les es imposible detenerlos. Cuando tales
comportamientos comienzan a interferir en las actividades
cotidianas de una persona, se considera que la misma padece
una seria, pero tratable, enfermedad llamada Trastorno
Obsesivo-Compulsivo, o TOC.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de
ansiedad en el que las personas que lo padecen tienen
pensamientos, temores o preocupaciones irracionales que
tratan de superar mediante una actividad ritual. En este
sentido, las obsesiones, serían las imágenes o los
pensamientos perturbadores y frecuentes que causan emociones
angustiales, tales como ansiedad o disgusto, y las
compulsiones, serían, los rituales repetidos que se llevan a
cabo para evitarlos en respuesta a una obsesión.
El TOC afecta a uno de cada 40 adultos y a uno de cada 200
niños, lo que equivale a aproximadamente 5 millones de
personas en nuestro país, afectando a varones y mujeres por
igual y por lo general, comienza entre los 7 y los 25 años.
Curiosamente, los síntomas en la infancia suelen ser muy
similares a los de la adultez.
Aún se desconoce la causa del trastorno obsesivo compulsivo,
no obstante, las investigaciones indican que es un trastorno
neurológico. Las evidencias sugieren que las personas con
este trastorno tienen una deficiencia de un neurotransmisor
químico que se encuentra en el cerebro llamado serotonina.
El TOC suele ser una característica familiar, lo que sugiere
la presencia de un componente genético. Sin embargo, también
puede desarrollarse sin antecedentes familiares del
trastorno. Estudios recientes sugieren que las infecciones
por estreptococos pueden provocar la aparición del TOC o, en
ciertos casos, agravarlo.
A continuación enumeramos algunos de los síntomas más
comunes del trastorno obsesivo compulsivo, sin olvidar que
cada persona puede experimentarlos de una forma diferente.
Los síntomas pueden incluir entre otros, preocupación
exagerada por la suciedad, los gérmenes o la contaminación,
dudas reiteradas (por ejemplo, si la puerta está cerrada o
no), pensamientos persistentes acerca de la violencia, las
heridas, matar a alguien o herirse a sí mismo, períodos
excesivos de tiempo tocando cosas, contando, pensando en
números y secuencias, preocupación por el orden, la simetría
o la exactitud
Las conductas compulsivas (los rituales repetitivos que se
utilizan para reducir la ansiedad causada por las
obsesiones) pueden volverse excesivos, molestos y pueden
demandar mucho tiempo e incluso interferir con las
actividades diarias y las relaciones interpersonales. Entre
algunos ejemplos de conducta compulsiva se pueden incluir,
lavarse repetidamente las manos (a menudo 100 veces al día o
más), controlar y volver a controlar en repetidas
oportunidades (por ejemplo, asegurarse de que la puerta esté
cerrada con llave), establecer reglas de orden rígidas (por
ejemplo, ponerse la ropa en el mismo orden todos los días,
guardar las pertenencias en la habitación en un orden muy
especial y molestarse si este orden se altera), acumular
objetos, contar y volver a contar excesivamente, agrupar o
secuenciar objetos, repetir palabras dichas por uno mismo (palilalia)
o por otros (ecolalia); formular las mismas preguntas una y
otra vez.
Si bien el TOC no tiene cura actualmente, la modalidad que
ha demostrado más eficacia consiste en la combinación de una
terapia cognitivo-conductual (TCC) con un tratamiento
farmacológico. La regla de oro en el tratamiento del TOC es
la técnica dentro de la TCC conocida como “prevención de
exposición y reacción” (ERP, por sus siglas en inglés). La
ERP se basa en que los miedos finalmente disminuyen si se
los enfrenta una y otra vez. Imaginemos que saltamos a una
piscina que está fría. Primero, sentiremos la temperatura
extrema, pero cuanto más nos quedemos en el agua, más pronto
nos adaptaremos. Lo mismo ocurre con la ansiedad. Si uno da
lugar a la ansiedad sin tratar de combatirla (compulsiones),
uno se terminará adaptando. Sin embargo, es un proceso
gradual que debe realizarse con profesionales capacitados.
*AUTORES:
1º.-Ana Isabel Escobedo Pajares (Auxiliar Administrativo)
2º.-Rosario Álvarez Llanzón (Diplomada en Enfermería)
3º.-Rafael Alarcón Oliva (Licenciado en Psicopedagogía)
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