Y no nos agrada nada hablar sobre
estos temas en los que a cualquiera nos puede suceder el día
que menos los pensemos, que se nos cuelen de rondón varios
impresentables en casa.
Sin embargo, todo puede ser por pura y estricta necesidad,
ya que, de momento, todas las fechorías de estos
“asaltadores” de pisos van encaminadas a coger aquello que
está más a su alcance. No rompen nada, se llevan lo que es
más fácil “trasportar”, especialmente el dinero, y no hacen
ninguna tropelía más, ni atacan brutalmente a sus víctimas.
Pero es lo mismo. La seguridad está fallando y aunque
parezca una “bendición del Cielo” que se dediquen únicamente
a coger aquello que no es suyo, sin hacer otro daño a sus
dueños, no menos cierto es que empezando por ahí y si las
cosas les van bien, pueden pasar luego a cosas todavía más
fuertes.
Estamos ante una nueva modalidad de robos. Que hacen menos
daño, es cierto, pero que deja otra vez al descubierto todos
los puntos flacos que hay en los sistemas de seguridad, es
un hecho palpable, por cuanto el delincuente va un paso por
delante del propio sistema. Esto es lo malo.
Y lo que ya no es tan inocente es que se utilicen productos
anestésicos para que los asaltados no puedan defenderse o
dar la voz de alarma.
Dentro de lo poco que se ha dicho de esta nueva clase de
delincuentes, lo que parece es que utilizan un spray,
cloroformo o lo que sea para que el atacado quede totalmente
dormido. Esto es, actúan mal, pero menos mal que los
pistoleros que van a lo que salga. Lo malo de usar estos
productos es que en cualquier momento se les vaya la mano,
utilicen una dosis superior a la que tolera un cuerpo
normal, y la víctima quede dormida para siempre.
Por los casos, varios, que parece que se han dado, todo
apunta a que les basta con entrar en plantas bajas, que no
se van a barriadas más desprotegidas y que buscan lo que es
más fácil de coger y llevar:”dinero, especialmente”.
No van en busca de grandes cantidades, prefieren coger lo
necesario y sin pasarse mucho, aprovechando los descuidos
con las ventanas abiertas o semiabiertas y procurando hacer
el menos ruido posible.
A pesar de todo, su profesionalidad se da por segura, ya que
en los casos en los que han actuado, que se sepa, actuaron
con éxito, han logrado su objetivo y, al final, no han
dejado ni una sola huella.
Lo que decíamos en titulares, son “ladrones de etiqueta”.
Y llegando a este punto, aunque duela a alguien, la
seguridad vuelve a mostrarse muy poco fiable, vayamos por
donde vayamos, y no me vale esa frase bonita que parte de
alguien en la Policía Nacional:” Una cosa es la inseguridad
subjetiva y otra la objetiva, que es la que nosotros
manejamos”. Pues bien, desde el momento que un señor A.R. ha
sido robado en su casa, esa seguridad objetiva ha fallado y
por tanto en A.R. la inseguridad subjetiva ha sido un hecho.
No quiero entrar en disquisiciones de tipo terminológico, lo
que sí reclamo, como ciudadano, es poder estar en casa
seguro, cosa que reclaman todos o la mayor parte de los
ceutíes, desde una perspectiva subjetiva u objetiva, eso me
da exactamente igual.
Hoy como siempre la seguridad es lo primero que reclamamos,
aunque sea ante “ladrones de etiqueta”.
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