Un estudio elaborado para una
entidad de Bruselas sobre los conflictos de raíz
étnico-religiosa en diferentes países de la Unión Europea ha
advertido de que existe una preocupación “creciente” por la
tensión social que entre las comunidades ‘cristiana’ y
‘musulmana’ de Ceuta despierta el temor a sufrir un atentado
terrorista. En Europa viven, según artículos recientes,
entre 15 y 20 millones de musulmanes, algunos desde hace
medio siglo. A pesar de ellos siguen siendo, en su mayoría
grandes desconocidos, prejuzgados en la mayoría de las
ocasiones sobre la base de estereotipos y análisis
superficiales. Mientras la inmigración musulmana aumenta, se
hace más evidente y estable, la visión de la opinión pública
hacia ella es cada vez más negativa. El último informe del
Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia (EUMC)
advierte del auge de actos de islamofobia que van de los
ataques a mezquitas a las agresiones físicas. Por esta
deriva, los autores del estudio que se señala en la edición
de hoy de este diario sitúan a Ceuta y Melilla como ejemplos
paradigmáticos de convivencia entre grupos sociales
distintos de los que se pueden sacar “interesantes
reflexiones” sobre la integración de las comunidades
islámicas en el contexto europeo occidental, donde su peso
es cada vez mayor a causa del fenómeno migratorio. Sin
embargo, en la misma medida advierten de que existe una
“preocupación creciente” por la tensión que genera el
peligro terrorista. Cuando uno se siente amenazado es cuando
más crece su recelo, especialmente hacia ‘el otro’. Y en
Ceuta sigue habiendo ‘otros’, por muchos esfuerzos que hayan
hecho y sigan haciendo las administraciones para evitarlo en
su forma más negativa. En el capítulo ‘La denominación del
otro’ una reciente tesis doctoral elaborada por la filóloga
Verónica Rivera lo pone de manifiesto de la manera más
evidente: la lengua. El musulmán ceutí se llama a sí mismo
musulmán y al otro cristiano, pero el español llama al otro
musulmán y así mismo español. Esa distorsión, diferenciadora,
que siembra distancia, no ayuda a caminar hacia esa deseada
interculturalidad que obliga a abandonar estereotipos.
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