El miércoles me interesé por la
salud de un amigo que debía estar muy mejorado porque lo
primero que me dijo, por medio del teléfono, es que a ver si
algún día se me ocurría estar de acuerdo con algo que
escribiera Juan Luis Aróstegui. Aunque fuera para
demostrar que no le tenía fobia.
Mi respuesta fue clara: No hay nada que me aburra más que
tener que escribir del secretario general de Comisiones
Obreras. Y, desde luego, te equivocas si piensas que siento
aversión por él. Y te digo más: si entras en la hemeroteca
de este periódico verás como encuentras algún “oasis” donde
aplaudo lo opinado por Aróstegui.
Pero está comprobado que ni haciendo promesa de olvidarme
por un tiempo de quien manda en CCOO, puedo yo sustraerme de
escribir acerca de él. Y es así porque este hombre es
incorregible. Ya que cuanto escribe es para zaherir a las
autoridades por sistema.
En esta ocasión, le ha tocado el turno al delegado del
Gobierno. A quien, entre otras lindezas, le llama ‘El
mercader de las miserias’. Y en su escrito se ve claramente
cómo Aróstegui hace una defensa de su yo, consistente en
atribuirle a José Fernández Chacón sus propios
conflictos internos.
Me refiero a cuando le llama al delegado del Gobierno
profesional de la política, vanidoso, egocéntrico, y que
busca nada más que el enriquecimiento personal, etcétera.
Toda una proyección de lo que es el sindicalista. Carcomido
además por los efectos de su frustración. La cual le hace
vivir en estado de obcecación. Y ya se sabe que todo fracaso
acompañado de una obcecación es una fragilidad del
individuo.
Critica acerbamente el secretario General de CCOO a
Fernández Chacón porque considera que éste podría pasar por
ser muy bien un miembro del Partido Popular. Y lo hace
debido a que el de Utrera viene actuando en sus relaciones
con el Gobierno local con moderación, sentido común y
capacidad integradora. Y con tendencia a aprovechar las
posibilidades que le ofrece la forma de ser del Presidente
de la Ciudad, Juan Vivas, a fin de conseguir
beneficios para la ciudad.
En realidad, estamos hablando de una política posibilista y
de pactos dirigidos a terminar con el involucionismo. Y con
aquellas trifulcas que existían entre alcaldes y delegados
del Gobierno en una época en la cual el PSPC era también
motivo de escándalo a cada paso. Con alteraciones de orden
público en los plenos y concejales que sufrían
desvanecimientos y ataques de histeria.
En fin, que el motivo que alega Aróstegui para poner como
chupa de dómine al delegado del Gobierno es que éste ha
tenido la osadía, según él, de recibir en su despacho a
todas las personas que trabajan en el Plan de Empleo. Siendo
el primer delegado que las recibe de esa manera y les habla
a todas ellas de derechos y deberes.
Por lo visto, el secretario general de CCOO ve en esa
actitud del delegado del Gobierno un deseo irrefrenable de
ganarse la voluntad de los trabajadores para que voten al
partido socialista en las próximas elecciones. Y no ha hecho
sino retratarse: es decir, mostrar su temor porque parte de
ese voto de la UDCE-IU deserte y él, o sea, Aróstegui,
empieza a pensar que ni siquiera coligado con Mohamed Alí
le será posible ser diputado. Y se ha jiñado.
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