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OPINIÓN - VIERNES, 13 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Luis Jaca
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace ya varios años que Pepe Ávila, director del Hotel Tryp, me presentó a Luis Jacas Salvadó, director comercial de Thorel, S.A., que se dedica a Edición y Promoción de Medios. Desde entonces, y cuando Luis arriba a Ceuta, dado que éste vive en Ibiza, nos ponemos a charlar de esa extraordinaria isla con verdadera pasión. Debido a que yo tuve la suerte de vivir en las islas Pityusas recién comenzada la década de los setenta.

La primera vez que hablé con LJ descubrimos que teníamos un amigo en común: El dueño del ‘Restaurante Alfredo’, situado en el paseo de Vara del Rey, y cuya terraza competía con la ya mítica del Hotel Montesol; una esquina privilegiada donde se sentaban los personajes más famosos de una Europa en la cual Ursula Andress era todavía la mujer más codiciada a sus 36 años.

Luis Jaca está en la ciudad y llevamos dos días en los cuales, durante la hora del aperitivo, nos ponemos a pegar la hebra con el entusiasmo que a ambos nos produce recordar anécdotas vividas por mí en esa parte de las Baleares donde pasé momentos inolvidables. Y me pone al tanto de cómo está Juan Riera, Juanito, que así se llama el propietario de ese famoso restaurante ya reseñado. Todo un carácter y con quien me costó intimar, pues era muy suyo; aunque, superadas las distancias, conté siempre con una de las más sinceras amistades que he tenido nunca.

Luis me ha dicho que Juanito ha extraviado una nota firmada por mí, en su día, donde aseguraba algo que parecía imposible que pudiera producirse y que acabó convirtiéndose en una realidad que incluso superó mis cálculos. Con lo cual no ha podido hacerle fotocopia a un documento que expresaba muy bien los riesgos que uno asumía ya entonces

En mis conversaciones con Luis, durante estos años, también hubo tiempo para sacar a relucir mis relaciones con Abel Matute. Verdadera estrella de la isla en todos los sentidos y quien, como presidente de honor del equipo de fútbol de la tierra, me rogaba encarecidamente que lo sacara de la ladera por la que se estaba despeñando hacia la sima. Matute, que en sus años universitarios jugó en las filas del Español de Barcelona, supo valorar mi trabajo en el banquillo y creo que fue él quien propuso que la banda municipal acudiera al aeropuerto de Es Codolar, a fin de recibirnos con música popular cada vez que ganásemos fuera de casa. Y, claro, ver la banda en el aeropuerto terminó convirtiéndose en una costumbre.

Ayer, Luis y yo hemos intercambiado impresiones acerca de los cambios que se han producido en Ibiza. Y, metidos en conversación, yo recordé el buen bajío que tenía Ursula Andress. Me explico: aquella despampanante mujer vivía en una casa aislada del pueblo de San José donde el equipo ibicenco se concentraba. Y un domingo, por ser día de partido, se presentó en el local en que los futbolistas hacían tiempo jugando a las cartas y me pidió que la dejara participar.

Y los jugadores no sólo la dejaban ganar sino que en cuanto cogieron confianza no dudaban en arremeter contra Fabio Testi. (Actor que entonces se llevaba al huerto a la estupenda Ursula). Mientras ella aguantaba el chaparrón con la mejor de sus sonrisas y su cuerpo de “chica Bond”. Y además nos daba suerte. Pues jamás perdíamos cuando nos visitaba.
 

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