Hace ya varios años que Pepe
Ávila, director del Hotel Tryp, me presentó a Luis
Jacas Salvadó, director comercial de Thorel, S.A., que
se dedica a Edición y Promoción de Medios. Desde entonces, y
cuando Luis arriba a Ceuta, dado que éste vive en Ibiza, nos
ponemos a charlar de esa extraordinaria isla con verdadera
pasión. Debido a que yo tuve la suerte de vivir en las islas
Pityusas recién comenzada la década de los setenta.
La primera vez que hablé con LJ descubrimos que teníamos un
amigo en común: El dueño del ‘Restaurante Alfredo’, situado
en el paseo de Vara del Rey, y cuya terraza competía con la
ya mítica del Hotel Montesol; una esquina privilegiada donde
se sentaban los personajes más famosos de una Europa en la
cual Ursula Andress era todavía la mujer más
codiciada a sus 36 años.
Luis Jaca está en la ciudad y llevamos dos días en los
cuales, durante la hora del aperitivo, nos ponemos a pegar
la hebra con el entusiasmo que a ambos nos produce recordar
anécdotas vividas por mí en esa parte de las Baleares donde
pasé momentos inolvidables. Y me pone al tanto de cómo está
Juan Riera, Juanito, que así se llama el
propietario de ese famoso restaurante ya reseñado. Todo un
carácter y con quien me costó intimar, pues era muy suyo;
aunque, superadas las distancias, conté siempre con una de
las más sinceras amistades que he tenido nunca.
Luis me ha dicho que Juanito ha extraviado una nota firmada
por mí, en su día, donde aseguraba algo que parecía
imposible que pudiera producirse y que acabó convirtiéndose
en una realidad que incluso superó mis cálculos. Con lo cual
no ha podido hacerle fotocopia a un documento que expresaba
muy bien los riesgos que uno asumía ya entonces
En mis conversaciones con Luis, durante estos años, también
hubo tiempo para sacar a relucir mis relaciones con Abel
Matute. Verdadera estrella de la isla en todos los
sentidos y quien, como presidente de honor del equipo de
fútbol de la tierra, me rogaba encarecidamente que lo sacara
de la ladera por la que se estaba despeñando hacia la sima.
Matute, que en sus años universitarios jugó en las filas del
Español de Barcelona, supo valorar mi trabajo en el
banquillo y creo que fue él quien propuso que la banda
municipal acudiera al aeropuerto de Es Codolar, a fin de
recibirnos con música popular cada vez que ganásemos fuera
de casa. Y, claro, ver la banda en el aeropuerto terminó
convirtiéndose en una costumbre.
Ayer, Luis y yo hemos intercambiado impresiones acerca de
los cambios que se han producido en Ibiza. Y, metidos en
conversación, yo recordé el buen bajío que tenía Ursula
Andress. Me explico: aquella despampanante mujer vivía en
una casa aislada del pueblo de San José donde el equipo
ibicenco se concentraba. Y un domingo, por ser día de
partido, se presentó en el local en que los futbolistas
hacían tiempo jugando a las cartas y me pidió que la dejara
participar.
Y los jugadores no sólo la dejaban ganar sino que en cuanto
cogieron confianza no dudaban en arremeter contra Fabio
Testi. (Actor que entonces se llevaba al huerto a la
estupenda Ursula). Mientras ella aguantaba el chaparrón con
la mejor de sus sonrisas y su cuerpo de “chica Bond”. Y
además nos daba suerte. Pues jamás perdíamos cuando nos
visitaba.
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