Hay cosas que no acabo nunca de
entender, quizás porque me falta esa gran inteligencia que
tienen las “lumbreras” de mí pueblo. Pensar que, algún día
de estos, uno puede llegar a ser una “lumbrera”, equiparable
a las muchas que tenemos, me emociona y me hacen derramar
par de lágrimas en el tarro de las emociones fuertes.
Me cuesta un enorme trabajo entender, que por unos trajes de
nada, el presidente de la Comunidad de Valencia, Francisco
Camps, se vea envuelto en un asunto de cohecho. De verdad,
eso me cuesta entenderlo. El asunto está en manos de los
jueces que serán los que tengan que decir la última palabra
sobre el asunto, si es inocente o es culpable. Sólo cuando
la Justicia esclarezca esta trama de corrupción y favores,
será el momento de determinar hasta donde puede llegar la
responsabilidad política.
Los populares defienden a capa y espada la inocencia de
Francisco Camps, mientras han forzado a dimitir a los
alcaldes de Arganda y Pozuelo. La Justicia será la que
decida qué hay de verdad en esas imputaciones, declarando
culpables o inocentes a los imputados. Hasta entonces todo
está por ver.
Otra de las cosas que no entiendo muy bien, y me lo tendrán
que explicar bien explicado, para enterarme de una vez por
todas, es la reforma legal que planea el Gobierno, que
permitirá abortar libremente a las adolescentes entre 16 y
18 años.
La ministra Bibiana Aido afirmó que “si una menor puede
casarse o tener hijos, debe también poder decidir abortar”.
Si la ministra lo ha dicho, nada que objetar, dicho queda
pero… Siempre hay un pero en todos los órdenes de la vida,
no hay que olvidar que la ley concede en España la patria
potestad a los progenitores hasta los 18 años, así que si
una menor quiere someterse a una operación quirúrgica
necesita la autorización paterna.
Por mi forma de ver las cosas, pienso que cuando el esperma
entra el ovulo femenino, en ese preciso instante se está
gestando, lo más maravilloso del mundo, una vida. Y no te
cuento, María del alma, si el feto que tiene vida, llega a
los tres o cuatro meses de gestación.
Que conste y esto quiero que quede claro, para que no haya
duda alguna, que a pesar de que jamás permitiría el aborto,
a no ser por determinadas causas recogidas en los supuestos
de la ley, me da igual lo que cada uno quiera hacer con su
cuerpo. Qué quieren abortar, ese es su problema y son ellas
las que tienen que decidir sobre sus cuerpos.
Ahora, sigo pensando que se está acabando con una vida y que
eso no es ningún progreso, más buen un retroceso en esa
igualdad que se busca entre los hombres y las mujeres.
Progresar es ser madre y conservar su trabajo, el que las
mujeres ocupen puestos de trabajo percibiendo el mismo
salario que los hombres. La igualdad y el progreso de la
mujer consisten en tener las mismas oportunidades que el
hombre a la hora de optar a un puesto de trabajo.
Como verán hay cosas que sigo sin entender, aunque haya
explicado que quizás se deba a mi falta de inteligencia para
llegar a comprenderlas. Cosas de la vida.
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