El Penal continúa con la vista oral de la presunta trama de
narcotráfico de la calle Molino, por la que están imputados
cuatro sujetos. En la sesión de ayer, declararon en calidad
de testigos tres agentes de la UDYCO que participaron en el
operativo de vigilancia y detención de los acusados. La
defensa cuestiona sus funciones.
Bajo un clima de tensión e intensidad se desarrolló, en la
tarde de ayer, la tercera sesión de la vista oral que juzga
la presunta trama de narcotráfico de la calle Molino, en la
que se interceptaron más de 171 kilos de hachís y por la que
están imputados cuatro sujetos.
El primero en declarar en el juicio fue un agente de la
UDYCO, quién se encontraba ubicado frente a la puerta del
garaje y con vistas a la entrada del hotel donde se produjo
el intercambio de la droga de un vehículo a otro. Este
manifestó que “vi salir del hotel a uno de los acusados con
su mujer y cinco minutos después, este regresó al interior.
Después salieron del garaje otro de los acusados junto a su
esposa, saludando a la mujer y el hijo del anterior
imputado. Unos diez minutos después llegó el vehículo con
los otros dos procesados y en ese mismo momento, el acusado
que se encontraba en el exterior del hotel, bajó al garaje,
pulsó el interfono y abrió la puerta para que pasase el
coche. Las mujeres se quedaron una en cada esquina del
hotel, como si estuviesen vigilando, y 15 minutos más tarde,
salía del garaje el coche con dos de los acusados y por la
misma puerta, los otros dos imputados juntos”. Ante estas
declaraciones, la letrada de la defensa puso en tela de
juicio la ubicación de dicho agente manifestando que el día
anterior “el jefe del operativo había comentado la
existencia de un punto ciego y cómo es posible que si encima
se estaba moviendo, lo viese todo”. A lo que añadió que “en
los informes (atestado) del caso presentados por el jefe de
la UDYCO, este mismo testigo firmaba haber visto a dos
acusados abrir la puerta del garaje y no sólo uno”. Una
reiterada persecución de preguntas por parte de la letrada
hacia el testigo, obligó a la jueza a intervenir en el
interrogatorio. Momento que en sucesivas ocasiones se
repitió durante la vista oral.
El segundo en declarar fue el secretario de actuaciones y
vigilancia de la UDYCO, quién confirmó haber visto a los
cuatro acusados el día 10 de enero en un restaurante, cita
en la que se supone que ultimaron los detalles de la
organización. Este, además, explicó que durante el
seguimiento del vehículo desde la calle Molino hasta el
hotel, “no nos identificaron porque íbamos en un coche
camuflado. Cuando se introdujeron en el callejón del garaje,
seguimos por la avenida de Las Palmeras y nos quedamos en la
plaza de la Constitución esperando nuevas órdenes. Ese mismo
día, estuve en el garaje viendo los coches que había por la
mañana”. Ante esta manifestación del testigo, la letrada de
la defensa preguntó “por qué no se inspeccionaron las
cámaras de seguridad del aparcamiento”. A lo que el agentes
respondió: “no recibí la orden del jefe”.
El tercer testigo, compañero de funciones del anterior,
confesó haber visto, a las cinco de la madrugada del día de
los hechos, a dos de los acusados salir del hotel con bolsas
rojas en sus manos. Bolsas que vio en el registro del
domicilio de Molino y que contenían envoltorios al vacío.
Sobre su participación en el seguimiento del vehículo, este
manifestó que “nos quedamos en la plaza de la Constitución
pero no llegamos a pasar por delante del hotel y no lo vimos
introducirse en el garaje porque era tarea de otros”. Ante
esta declaración, tiempo le faltó a la abogada defensora
para pedirle explicaciones esgrimiendo que “su anterior
compañero ha declarado todo lo contrario, tanto en el juicio
como en el atestado”.
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