Ha salido una ley que nos obliga a
todos los ceutíes a enseñar el carné de identidad a la hora
de canjear los billetes del barco por las tarjetas de
embarque, y a continuación, por si esto no fuese bastante a
enseñarlo, de nuevo, a la hora de llegar a entrar en embarco
de turno
Uno que es respetuoso con la ley, lo enseña todas las veces
que haga falta, cada vez que viajo y que, por asunto
personales, son varias veces al mes. La ley es la ley y
todos tenemos la obligación de cumplirla, aunque nos
moleste. Porque, sin duda alguna, es una molestia el tener
que enseñar, en un corto trayecto dos o tres veces el carné
de identidad.
Las causas, de todo esto, según me han explicado es por el
abuso que se hacía con los pasajes de residentes entregados
a personas que no lo son y, de esa forma, salir el trayecto
mas barato. Ahora bien, uno en su inocencia, se pregunta
¿quién o quiénes eran los que se dedicaban a hacer esa
trampa o mejor dicho esa estafa?. Que levante o levanten la
mano el que haya sido o los que hayan sido, porque nos están
perjudicando a todos los demás ceutíes sin beberlo ni
catarlo.
Ante todo esto y las molestia que supone tener que llevar le
carné de identidad en la mano a cada paso que se dé, uno ha
pensado, perdón por pensar, que eso son cosas solamente
permitidas a las grandes “lumbreras” de este pueblo nuestro,
que ahora que han desaparecido las anteriores matriculas de
coches, ponernos en la frente CE y un número identificativos
de que somos residentes.
Como esto me parece muy fuerte y además doloroso para el
personal, lo cambio por unas credenciales identificativos
colgadas del pecho con la foto correspondiente, el lugar
donde trabaja, en el supuesto de que no esté en el paro,
domicilio habitual y número de teléfono.
Naturalmente, como los billetes son más baratos, no mucho
esa es la verdad, de los pensionistas, pues estos deberán
añadir a los documentos antes citados otra credencial que
justifique que están jubilados.
Oiga, con esta maravillosa idea, como todas las que tengo en
mi vida, nos ahorraríamos tener que sacar, enseñar, guardar,
volver a sacar, enseñar el documento de identidad y
finalmente meterlo en la cartera para, en el próximo viaje,
volver a realizar todas esas operaciones.
Puede que a algunos es parezca una idea descabella, pero no
me negarán que evitamos una perdida deliberada de tiempo,
entre sacar, enseñar, guardar y volver a sacar y enseñar, al
menos un par de veces en el mejor de los casos.
Con mi brillante idea, sólo nos bastaría con señalar el
lugar de la credencia y que el empleado de turno le eche un
vistazo, comprobando que somos nosotros, residentes en Ceuta
y, en algunos casos pensionistas, que para eso llevamos la
otra credencial, que nos acredita como tales.
Y ya puestos a pensar porque, un día, no hacemos un estudio,
por qué el trayecto más corto es el más caro del mundo. ¿O
no?.
|