El próximo día 21 se va a celebrar en Málaga, como en años
anteriores, el “XVII Encuentro Anual de Antiguos Residentes
en Marruecos” donde se dará cita un colectivo de españoles y
marroquíes que nacieron o residieron en el país vecino y que
vienen llevando a cabo esta reunión para poner de
manifiesto, una vez mas, sus vivencias por aquellas
entrañables tierras que, a pesar del tiempo transcurrido,
siguen añorando y recordando con nostalgia y cariño.
El acto es motivo mas que suficiente para rememorar antiguas
andanzas familiares, sociales, profanas, religiosas,
artísticas, culturales, deportivas, en un palabra, de toda
índole, acaecidas durante los casi cincuenta años de
protectorado en cuyo período nuestra nación ostentó la
soberanía de la Zona Norte de Marruecos y en el que tantas
vicisitudes, prósperas y adversas (desde tiempos
inmemoriales marroquíes y españoles han estado enzarzados en
disputas territoriales hasta la firma en 1912 de la
convención de Madrid que reconocía el Protectorado Español
en la Zona Norte del país), se dieron en el territorio
marroquí reconociendo los mandatarios españoles, como dijo
en su día el Sr. Bennuna (el hombre que hizo donación de su
corazón, de su tiempo, de su fortuna y de su influencia, de
cuanto podía y poseía, para llevar adelante el movimiento
nacionalista marroquí) “el carácter pacífico y trabajador de
Marruecos y reconocedor del bien que se le hace, aunque por
el sentimiento de su dignidad humana y de su independencia
acepte fácilmente la muerte si es atropellado o colocado
bajo un régimen injusto en su propia patria”.
España, a través de quienes poblaron aquellos territorios,
supo cumplir con creces los compromisos contraídos por su
carácter auténticamente proteccionista de la nación vecina
creando escuelas, hospitales, fábricas, construyendo
modernas edificaciones, llevando a cabo numerosas obras de
infraestructuras como puentes, carreteras, líneas de
ferrocarril, permitiendo a los ciudadanos marroquíes, hasta
aquel entonces dedicados casi en exclusiva a la agricultura
y a los oficios artesanales, una mejora tanto asistencial
como económica e implantando unos centros de enseñanza y
servicios sanitarios en todas las ciudades importantes,
donde se impartían clases para erradicar el analfabetismo y
se combatían las enfermedades epidémicas que asolaban aquel
territorio.
Como consecuencia de todas estas acciones, fruto del acuerdo
que reconocía el protectorado de España en Marruecos, fueron
llegando al vecino país, procedentes de la península
ibérica, profesionales liberales, médicos, maestros,
funcionarios, militares, comerciantes, agricultores,
empresarios de diversas actividades, etc. cuyos
descendientes, nativos de un país en el que residieron
durante casi dos generaciones (al que consideraron su
patria), fueron dejando su impronta y que ahora, como
consecuencia esta reunión anual, rememoran en la ciudad de
Málaga.
Y así los vemos recordando la cinco veces milenaria ciudad
de Tetuán, “paloma blanca de Yebala y Granada, manantial de
amores, laberinto de misterios y hechizos que inspira
tiernos y leales sentimientos” (del libro “Tetuán en el
Corazón” que nos envió nuestro amigo Mohamed Chacor, poeta
tetuaní, director del programa de religión musulmana en
RTVE), el encanto de las ciudades de Larache (desprendiendo
su olor a azahar, antigua ciudad romana -Lixus- en la costa
atlántica), Arcila ( hoy en día lugar de turismo por sus
hermosas playas de fina arena y caracterizada por la
luminosidad de su cielo y el olor a mar de sus calles),
Nador (en el corazón del Rif, fundada por los españoles en
1909, enlazada por vía marítima y aérea con la Península
Ibérica), Alhucemas (con sus casas pintadas de blanco y azul
que representan al mar y al cielo, también lugar de turismo,
principalmente procedente de países del Norte de Europa),
Alcazarquivir (al sur de lo que era la Zona Norte del
Protectorado de España en Marruecos, auténtico vergel de
naranjos), Chauen (cuyo origen se debe al asentamiento de
exiliados de Al-Andaluz, con apariencia muy similar a los
pueblos andaluces) y al Norte en la orilla africana del
Estrecho de Gibraltar, entre dos continentes y dos mares,
Tánger (con su aureola de misterio en tiempos de la
instauración de su estatuto como “Ciudad Internacional”,
durante el cual vivió su edad de oro) y Targuist, Ketama,
Río Martín, Uad Lau, Rincón del Mediq, Castillejos así como
otras pequeñas kabilas y poblados, (plasmados
inigualablemente en lienzos por el afamado “pintor de
Marruecos” don Mariano Bertuchi) que fueron residencia
habitual de miles de españoles que un día, por imperativos
del acceso a la independencia y a la unidad nacional
marroquí, fueron reintegrándose a la madre patria donde
siguen rememorando sus andanzas por unas tierras donde
muchos nacieron, contrajeron matrimonio y otros murieron.
Son muchos los españoles, antiguos residentes en Marruecos,
a quienes se nos hace imposible poder enumerar (ilustres
militares, profesionales de diversas especialidades,
políticos, funcionarios, empresarios, etc. que han dado
gloria y honor a España que procedieron de Marruecos) que en
sus encuentros peninsulares, como el que se va a producir,
sentirán el orgullo y satisfacción de encontrarse con
quienes compartieron en su niñez o en edad adulta, colegios,
trabajos y otras actividades y que recordarán a su llegada
el “sebá al jer” (buenos días) o el “Alá iheninkún o
besslama” (adiós) con la alegría de haber podido permanecer
unas horas reunidos en este XVII Encuentro de Antiguos
Residentes a quienes deseamos que ello sirva para mantener
latente y, como diría el Soberano marroquí a S.M. don Juan
Carlos I con motivo de su cumpleaños en Enero de 2002, para
“preservar las relaciones de buena vecindad y de cooperación
ejemplar entre nuestros dos países que son, desde siempre,
un puente abierto entre Europa y África y un lazo entre las
civilizaciones de los dos continentes, así como un gran
apoyo a la paz y a la cooperación en el Mediterráneo”.
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