Pasó el temporal, pero por detrás
hay que ir revisando lo que en pocas horas nos dejó. Y lo
primero que encontramos es que edificios o parte de ellos
que habían costado sudor y mucho sacrificio, además de meses
y meses hasta ultimarlos, en pocas horas y de una forma
“gratuita” quedaron para volver a reconstruir parte de
ellos.
Veo que en la Ciudad de Melilla, para no dejarlo para más
tarde, el consejero de Seguridad Ciudadana ha comenzado a
evaluar la serie de daños que dejó tras sí uno de los
temporales que han azotado este año.
Yo no creo, todavía, mucho en eso del cambio climático, que
tanto se viene cacareando, y, al menos, no creo que eso vaya
a ir muy rápido, aunque hay veces que empiezo a tener dudas,
por cuanto en los últimos seis meses las condiciones
climáticas, tal como se han dado en Ceuta, parece que han
desviado la línea que llevaban, al menos, en el siglo y
medio que nos han precedido y que es de cuando, de una forma
o de otra, se tienen noticias de los hechos más destacables.
Y en Ceuta, que yo sepa, al menos oficialmente, no se ha
dado, todavía, una relación, ya definitiva, de todo lo que
se ha destrozado en la noche del miércoles y en todo el
jueves. Pero dejando de lado lo oficial, no hace falta más
que darse una vuelta por las rutas que más frecuenta uno, a
diario, para ver que varias palmeras, por ejemplo, fueron
descogotadas; que una farola, o dos de las que se habían
instalado hace poco tiempo fue, prácticamente, segada por
medio; que varias terrazas han quedado resquebrajadas y
parte de ellas cayó al suelo, o que la mayor parte de los
cristales de un restaurante, con los marcos de sus puertas
fueron reventados totalmente.
Es este un recorrido muy sucinto que podríamos multiplicar
por diez o por cien y que cogió a todos totalmente
desprevenidos y sólo a última hora las autoridades
autonómicas y gubernamentales se dieron cuenta de que
aquello no iba a ser una broma y trataron de prevenir de la
forma que tenían más a mano.
Particularmente, lo que más me sorprendió fue que la noche
del miércoles se decidió que el jueves no fueran los alumnos
a clase, y me sorprendió porque en mis cuarenta años de
profesional de la enseñanza, de ellos treinta aquí en Ceuta,
tan sólo en dos veces ha sucedido eso y las dos veces ha
sido aquí y en este curso, en septiembre la primera de ellas
y la última el pasado jueves.
Este, aunque no cuantificable a corto plazo, es otro daño
que hay que imputar al temporal, y más daño, o incluso
temeridad, hubiera sido que, como otros días, los chavales
de más o de menos edad, hubieran ido y en alguno de los
centros, o mejor de los patios, nos hubiéramos encontrado
cualquiera con lo que no buscábamos.
Lo hemos dicho ya, en días pasados, el problema que se dio
en tierras catalanas, hace pocos meses, ha servido para que
en circunstancias como la del pasado jueves, no se intente
jugar con la suerte, de ninguna forma.
Ahora, y ya con mejor tiempo, podremos empezar a disfrutar
de la primavera, que es de suponer que vaya más a tono con
lo que es, de cómo ha sido el pasado otoño, desde su mismo
comienzo. Pero mientras tanto ¿A cuanto han ascendido los
daños del temporal?. Desde la Ciudad Autónoma y desde la
Delegación del Gobierno, algún día nos lo dirán. Seguro que
fue un día caro.
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