Puede parecer paradójico, pero el número de clientes ha
descendido en los últimos meses, tal y como aseguran la
mayoría de los dueños de bares y restaurantes. A pesar del
reclamo de precios, los trabajadores acuden cada vez menos a
su comedor habitual. Ahora prefieren la fiambrera o el
potaje casero a los primeros y segundos platos de su lugar
de siempre; optan por comidas de épocas en las que el
televisor se veía en blanco y negro; ahora sirven las
cazuelas de legumbres y potajes mientras miran un televisor
de plasma en la mayoría de los casos. La ola de la economía
deja bonitas conchas durante meses en la orilla de las
casas, pero arrastra la bonanza mar adentro y devuelve al
trabajador a paisajes cotidianos.
Es cierto que Ceuta cuenta con un alto índice de
funcionarios. Los guardia civiles y policías suelen hacer un
alto en el camino para frecuentar lugares como la ‘Casa del
Mar’, ‘Portuarios’ o, incluso, establecimientos de la
carretera de servicios, como ‘Hermanos del caballo’ o ‘Juan
y Rosi’ en los que los menús no superan los siete euros. A
estos locales también acude personal de la Autoridad
Portuaria y gente de la zona industrial cercana a Benítez o
Cañonero Dato. “Hemos dejado de ver a 160 personas a diario
para ver solo a 40”, comenta uno de los administradores de
‘Portuarios’. En la ‘Casa del Mar’ vuelven a ver la luz tras
un febrerio más loco que de costumbre y donde el pico de
comidas ha descendido con respecto al año pasado. El dueño
de ‘Casa Adams’, en plena Gran Vía, también maneja
estadísticas y las cuentas no le salen. “Los primeros meses
de este año han sido peores que los de 2008. Tengo en mi
casa las cuentas, pero cualquiera sube los precios”, dice.
En estos momentos, superar la barrera de los 8 euros resulta
impensable. “Ha subido el precio de los boquerones, un plato
que suele ponerse como segundo siempre. El año pasado
costaba el kilo 3 euros y ahora me cuesta 4, 5 y hasta 6 a
veces. La leche, la verdura, los huevos, la carne, todo ha
subido, pero yo mantengo los mismos precios, 8 euros, como
el año pasado”, razona el propietario de Adams.
En ‘Hermanos del Caballo’ cambian el discurso y valoran
subir de 7 a 8 ó 9 euros incluso. Radicalmente opuesto
opinan en ‘Bar Agu’, un reducto en el que todavía se puede
leer el número 5 cuando presentan los menús. Será curioso
saber a cuánto pondrán la carta de precios en el futuro
restaurante del Campus Universitario, un desahogo para
estudiantes de enfermería que suelen tomar asiento en el
Casino Militar, muy frecuentado por este gremio del
Ejército. Todos los propietarios hablan de comidas caseras y
de buen servicio y venden sus menús como los más baratos,
pero desconocen el ‘Bar Agus’. La primera de sus
afirmaciones es cierta, la comida está elaborada
artesanalmente, aunque corre a riesgo de cada uno presentar
cartas más variadas, donde siempre cuenta el espacio del
local.
Comparando los precios de Ceuta con los de Madrid (los menús
rondan los 10 euros) uno se puede dar con un canto en los
dientes.
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El perfil del cliente
Trabajador con uniforme de entre
20 y 40 años
Se trata de trabajadores, desde obreros de la construcción,
hasta miembros de la Autoridad Portuaria, de la Policía
Local, Nacional o Guardia Civil. Suelen ir en grupos de
personas y ocupan mesas amplias; frecuentan los mismos
locales y acuden con el uniforme. En la mayoría de las
ocasiones regresan a sus puestos de trabajo nada más
terminar de comer, por lo que prefieren cafés como postre.
Uno de los empleados del restaurante ‘Portuarios’ asegura
que en los últimos meses ha descendido su presencia: de 160
que habitualmente comían hace un año, ahora sólo acuden unos
40. “Algunos vienen de la Península y optan por la fiambrera
los lunes y por el bocadillo, los viernes”, cuando vuelven a
cruzar el Estrecho.
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