El borrador de la reforma del Régimen Económico y Fiscal
pretende constituirse en una “plataforma de empuje notable”,
sin embargo, las expectativas de que las medidas adoptadas
funcionen en términos de utilidad, aparecen como lejanas,
ilegibles, casi inexistentes.
Podrá ser ensalzado como opción de futuro frente a los
numerosos problemas que se avecinan; habrá quien aparezca
como adalid de su conjunción y puesta en marcha,
presentándolo como el maná prodigioso que, de no ser tomado,
como bueno e inmejorable, acarreará a quien así se pronuncie
profundas maldiciones.
Los tiempos que vivimos merecen consideración por su rigor y
duro pragmatismo, siendo necesarios amplios ejercicios de
inteligencia e imaginación.
Decía Ibn Jaldún: “…es el medio social y no la herencia
quien condiciona al individuo y los grupos sociales… No
siendo la historia sino el resultado de un conjunto de
procesos de cambio social y que toda la sociedad está en
continuo proceso de transición y que los hechos históricos
se relacionan con una época, un pueblo, un tipo particular
de grupos sociales y que asimismo tienen sentido dentro de
esa relación…”. Con esto se alejaba de aquellos
historiadores para los que el individuo en si es quien va
creando la historia; en cambio, para Ibn Jaldún, es la
sociedad la que hace el futuro, siendo el individuo un átomo
minúsculo cuyo único papel es el de ser espectador. En suma,
consideraba que la historia era el resultado de un conjunto
de procesos de cambio social.
El Borrador de la reforma del Régimen Económico y Fiscal
aparece como una mirada de soslayo, atrevida e ingenua,
asomada a sus propios velos, como si para ver hubiera de
romperlos, sin hacerlo, ahí dejándolos, ya quieta, ya
inmóvil, para así guardar su misterio.
Viene a su condición la de aquellos que postulaban al
individuo como elemento incuestionable en los procesos
históricos, desdeñando la realidad que propugnaba la teoría
Jalduniana Tal como dice el Borrador, Ceuta ha conocido
profundas “reconversiones silenciosas”, refiriéndose a la
pérdida de la economía basada en el bazar, así como a la
referida al suministro de buques y, por último, a la
reducción de efectivos militares en la ciudad. Antes que de
“reconversiones” habría que hablar de pérdida irrecuperable,
pues el término reconversión manifiesta cambio, cuando en
realidad las economías a las que hace referencia no fueron
sustituidas por ninguna otra, sino que desaparecieron
definitivamente, todo ello encauzado en un proceso económico
voraz que, de forma tranquila y también silenciosa, viene
consumiendo los escasos sectores productivos de la ciudad.
La auténtica reconversión que ha experimentado la ciudad es
de carácter social, y a ella hay que atenerse, pues como
dice Ibn Jaldún la transición es continua, siendo
imperceptible en su mecánica, giro y proyección, salvo que
consigamos parar nuestras vidas por unos momentos, y nos
concedamos el privilegio de ver ese proceso del que habla,
apareciéndose como un cometa raudo y veloz, convencido de
que existen límites, hacia ellos marchando, siempre en
soledad y sin decirse por qué y para qué.
Más que un Borrador de reforma del Régimen Económico y
Fiscal, lo que la ciudad pide es una Causa Social y
Económica de Futuro, una plataforma real de estudio de su
propia singularidad, en la que el efecto social sea tenido
en cuenta como elemento real y efectivo en cuanto a
respuesta estable de futuro, concediendo a cada grupo social
la posibilidad de acercarse a su propia identidad, sin
intromisión ni participación directa o indirecta desde el
poder político, favoreciendo su homogeneidad y pluralidad.
También habría que llamar la atención de aquellos grupos
sociales dominantes, siempre distantes, ya no solo de esos
procesos históricos de los que habla Ibn Jaldún, sino de
aquellos otros ya establecidos en Melilla, ciudad que se
cita como par en el Borrador de reforma del Régimen
Económico y Fiscal, sin decir de ella que encara esa reforma
en mejores condiciones que Ceuta, ya no sólo porque su
proceso social ha sido más abierto, sino porque obtuvo de su
vecino capacidad para importar y exportar, concediéndose
unos motores económicos bastante productivos y mucho más
estables que los que tradicionalmente hemos tenido en Ceuta.
Una Causa Social y Económica que tenga la voluntad de crear
un clima social más participativo, más ecuánime y más justo,
de modo que pueda manifestarse en base a conocimientos y
causas. La instauración de un clima social basado en la
diversidad y pluralidad de Ceuta es fundamental para que
desde su ámbito puedan solicitarse actuaciones que
favorezcan la vida de sus gentes.
Que el presidente del Consejo Económico y Social afirme:
“…el Gobierno debe hablar claro con Marruecos sobre la
aduana comercial…” , es hablar con cargo al ya anacrónico
déficit social, pues tal objetivo debe conseguirlo la
sociedad ceutí, desde su seno, desde una plataforma social
acorde con su realidad, con valentía para reconocer errores
y humildad en los aciertos. Pedirle al Gobierno que “hable
claro” con Marruecos, suena a trifulca entre jefe y
subordinado. Una petición muy alejada de los buenos modos
diplomáticos, siempre tan sensibles y refinados.
Para aquellos que tienen la obligación de conseguir un
futuro mejor para la ciudad, debería ser de obligada lectura
la obra de Ibn Jaldún “Prolegómenos a la Historia” (Al
Muqaddima), pues podrán disfrutar de una visión más amplia
de la naturaleza de su sociedad, facilitándoles el acceso a
condiciones de intervención mucho más acordes con su
realidad y beneficiosos para su futuro.
No es “Al Muqaddima” (Prolegómenos a la Historia) cualquier
obra, sino la obra que contiene una filosofía de la historia
que es sin duda el trabajo más grande que jamás haya sido
creado por una inteligencia en ningún tiempo y en ningún
país (Arnol Toynbee).
Seis siglos han transcurrido desde que Ibn Jaldún escribiera
“Prolegómenos” y, sin embargo, sigue viva y plena de
vitalidad, es de aquellas cosas que nunca mueren, es a cosas
como “Prolegómenos” a lo que se refería Benito Pérez Galdós
cuando decía:
“…Decaen los imperios, se desmedran las razas, los fuertes
se debilitan y la hermosura perece entre arrugas y canas.
Más no suspende la vida su eterna función, y con las causas
que descienden hacia la vejez, se cruzan los caminos de la
juventud que van hacia arriba. Siempre hay imperios
potentes, razas vigorosas, ideales y bellezas de original
frescura, que junto al sumidero de la muerte están los
manantiales del nacer continuo y fecundo…”.
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