La pasada semana el linchamiento
político mediático y la ordalía en los medios alcanzó de
lleno al alcalde de Alcaucín (en flamenco Pepe Calayo). Sí.
A ese mismo. Del pesóe y líder de “el clan de los catetos”.
Ya saben, ya entienden ¿Qué dicen con semblantes de garduñas
tras una degustación de pepinillos en vinagre? ¿Qué ustedes
ni saben, ni entienden, sino que se lo explique servidora de
ustedes, mujer virtuosa donde las haya ¿ Dispuesta estoy,
porque les hablo y les cuento de esta Andalucía que me
prohijó cuando vine de mi Rif con menos raíces que un clavel
de plástico. Les cuento porque, mis latires y sentires son
los del pueblo llano (que no soberano) donde, en los
pueblos, crece de cuando en cuando algún alcalde cateto, con
las manos gastadas por el mucho arrimar cemento o el mucho
arar el terruño y la gente le quiere y le vota porque es
como ellos. Nada de señorito postinero y abolengoso, nada de
trepaollas de los de arriba, impuesto a dedo por los
madriles. Un español que madruga, uno de los nuestros. Como
Pepe Calayo, el alcalde de Alcaucín, que canta y para a los
gorriones que se asientan para escuchar su gemío. ¿Qué
dicen? ¿Qué los de arriba se parten el pecho de risa viendo
al cateto con su cante, un vecino a la guitarra y el plato
de jamón y el vino fino a la vera? Sí. Claro. Los andaluces
somos muy cómicos y ese edil cantaor resulta que sembró las
tierras yermas de su pueblo de “chaleses” para guiris. Sin
papeles ni legalidades. Cuatro trajines por aquí, unas
firmillas por allí y ¡vengan chaleses!. Y venga trabajo. Las
gentes de la zona empeñadas en la obra, construye que te
construye, ganando buenos jornales, albañiles, peones,
fontaneros, electricistas, escayolistas, encofradores,
almacenistas, polveros, camioneros… A cada cual el pan de
sus hijos, todo por mor de esos guiris que, se dice aquí que
“están d´er tó” porque vienen de sus lúgubres países, con
ganas de sol y de atardeceres interminables, como son los
atardeceres de la Axarquía, que parece que la luz del día no
tiene permiso para retirarse y ese olor a campo, que te
atufa, que te atonta, que te embalsama el alma. Vienen los
guiris con mono de vida rural, que no de Apocalipsis del
cemento y del ladrillo tipo Benidorm, estos que llegan es
para quedarse y para disfrutar de la naturaleza que,
precisamente en esta tierra no es prolija en bosques y
arroyuelos, sino secajona y con mucho lagarto ganduleando
detrás de las pitas, pero se respira aire y no fritanga,
bronceador y bullanguéo. No es zona bucólica ni pastoril y
si llega el gran Garcilaso, lo mismo le da un pasmo. Pero el
cateto del cante daba a la gente de trabajar, los Poderosos
tienen a los agricultores dejaditos de la mano de Dios y
agarraditos por la mano de los intermediarios, el campo no
da dinero y los hombres, aquí, viven del ladrillo. ¿Qué si
justifico las corruptelas? Claro, yo soy católica y el
perdón libera. Aunque nadie soy para perdonar. Y menos aún
para pasarme por esa parte de la anatomía que rima
burdamente con Logroño la tan cacareada “presunción de
inocencia”.
¿Y ahora por qué me están escupiendo? ¿Qué aúllan? ¿Qué si
voy a hacer propaganda de un concepto tan mentiroso y falaz
como es el de la grimosa presunción de inocencia? Oigan. Yo
soy creyente y no miento. Jamás diría que “creo” ni en ese
principio constitucional ni en ninguno de los restantes. De
hecho, cuando los acusados, cualquier acusado, comparece
delante del juez o de la jueza de turno, ya van bien
linchaditos, juzgados y condenados por los medios de
comunicación. Lo normal. La moral del “Aquí hay tomate”.
¿Qué mascullan? ¿Qué si no hay cojones en España como para
impedir que, los investigadores, del cuerpo que sean, emitan
sus notas de prensa a los medios y se lleven a las cámaras a
las detenciones?. No. No hay cojones en España.
Y de algo tienen que vivir los telediarios y los periodistas
que, las criaturas, también tienen derecho a comer. Pan
amargo, eso sí, hiel y acíbar por ganar unas pesetas
filmando al “presunto inocente” bien engrilletado ¿Qué luego
sale en libertad o con fianza? Importa un carajo. Con esas
cámaras y esos flashes apuntando las esposas, ya se han
cargado la fama y la honra de un ser humano. Casquería vil
de noticieros ¿Qué por qué no impiden los jueces que,
policías o guardias civiles paran sus notas de prensa dando
“su” versión del asunto que sea y crucificando a las
personas? Porque no. Porque cuando no existen valores
profundos, principios sólidos y auténticos ni Gobernantes
que protejan a los ciudadanos, estamos a la merced del
mandamás que nos quiera hincar el colmillo.
Indefensos como niños de teta. Lo malo de sobrevivir en los
tiempos de la moral de la ladilla, es que, el bichejo,
padece de indigencia moral. Créanme, estamos solos. ¡Y que
Dios nos libre de despertar ansias de venganza o envidia por
parte de alguno que mande! Porque nos crucificarán, antes,
mucho antes del juicio y de la sentencia. Que yo no se ni
por que la pamplina de juzgar porque, el que sale en la foto
con los grilletes ya va condenado. Como el cateto Pepe
Calayo y el pobre arquitecto de la Diputación y el ciento y
la madre más ¿Qué eran trajinosos? ¿Qué pudieron quedárseles
haberes entre las uñillas? ¡Que lo demuestren! Pero con o
sin trajines nos daban de comer, a nosotros, nos
proporcionaban el trabajo y el jornal, nos daban los avíos
para el puchero y no se compraron el coche de Touriño con
las ganancias de las corruptelas, ni redecoraron despachos
feng shui con presupuestos multimillonarios. ¿Qué dicen ¿
¿Qué ese tipo de derroches y desbarate de los dineros
públicos no es trinque ni malversación? Vale, no digo nada,
yo di latín y griego, no sé de números ni de grandes cuentas
porque me considero bastante analfabeta funcional. Pero sé
de la ilusión de tener tajo para trabajar. Y de esas tierras
yermas de la Axarquía salpicadas de casas que representan
muchos jornales para las familias. ¿Qué dicen? ¿Qué Pepe
Calayo estará cantando en Alhaurín de la Torre? Pues hasta
los ángeles de Dios se pararán a escuchar a ese cateto que a
tantos dio el pan. Para mí al resto, a todo el resto, pueden
darle por el culo.
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