El ruido es una de las principales causas de preocupación
entre la población, ya que incide en el nivel de calidad de
vida y además puede provocar efectos nocivos sobre la salud,
sobre el comportamiento y actividad de quien lo padece,
provocando efectos psicológicos y sociales. El incremento de
los niveles de ruido ha crecido de forma desproporcionada en
las últimas décadas y sólo en España se calcula que al menos
9 millones de personas soportan niveles medios de 65
decibelios (db), siendo el segundo país, detrás de Japón,
con mayor índice de población expuesta a altos niveles de
contaminación acústica.
Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, el
ruido ambiental tiene efectos adversos sobre la salud de las
personas, esta organización establece que el término salud
es “un estado de completo bienestar físico, mental y social,
y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. De
esta definición podemos concluir que los efectos del ruido
en hombres, mujeres y niños, están asociados no solamente a
enfermedades auditivas, sino también con el deterioro en la
calidad de vida de las personas, provocando deficiencias en
la audición, trastornos del sueño y la conducta, merma el
rendimiento y disfunciones fisiológicas o de salud mental,
siendo estas algunas de las consecuencias de los altos
niveles sonoros en la sociedad actual.
El efecto del ruido es similar al efecto del miedo y la
tensión, provoca un aumento de las pulsaciones, modificación
del ritmo respiratorio, tensión muscular, presión arterial,
resistencia de la piel, agudeza de la visión y
vasoconstricción periférica. Estos efectos no son
permanentes, desaparecen al cesar el ruido, aunque pueden
presentar estados de nerviosismo asociados. La pérdida de
audición inducida por el ruido es irreversible por la
incapacidad de regeneración de las células ciliares de la
audición. La sordera podría aparecer en casos de soportar de
forma continuada niveles superiores a90 dB; además, el ruido
puede causar efectos sobre el sistema cardiovascular, con
alteraciones del ritmo cardiaco, riesgo coronario,
hipertensión arterial y excitabilidad vascular por efectos
de carácter neurovegetativo. Sobre las glándulas endocrinas,
con alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de
adrenalina. En el aparato digestivo puede generar un
incremento de la enfermedad gastroduodenal por dificultar el
descanso. En general puede ser negativo para otras
afecciones, por incremento inductor del estrés, aumento de
alteraciones mentales, tendencia a actitudes agresivas,
dificultades de observación, concentración, rendimiento y
facilita los accidentes. El sueño, la atención y la
percepción del lenguaje hablado son las actividades más
perjudicadas. El sueño se altera a partir de 45 dB (fondo
sonoro de una calle residencias sin tráfico rodado, de día).
Y quien sufre alteraciones del sueño, puede padecer efectos
como sensación de cansancio, el bajo rendimiento académico o
profesional o los cambios de humor. De ahí la conveniencia
de que durante las horas de descanso nocturno disfrutemos de
ese silencio que evita las interrupciones del sueño.
En la actualidad, a consecuencia del exceso de contaminación
acústica, existen innumerables quejas de los vecinos,
inactividad de los ayuntamientos, desamparo administrativo,
conflictos de orden público etc., siendo especialmente
perturbadoras las actividades de ocio como disco pubs,
terrazas, bares, restaurantes etc., donde los niveles
sonoros sobrepasan los límites permitidos como norma
general, haciendo insoportable la estancia y convivencia en
los domicilios colindantes, debido al ruido continuo de la
música, aparatos de aire acondicionado y las vibraciones que
estos generan, desde que abren sus puertas a primera hora de
la mañana, hasta que cierran por la noche o madrugada en
algunos casos, siendo este sector el que se ha mostrado de
unos años a esta parte como muy agresivo y perturbador por
su enorme incidencia sobre los vecinos que tienen que
soportar no sólo los efectos sobre la salud sino que,
además, aunque en este caso no sea lo más importante, ven
como su vivienda pierde gran parte de su valor ya que nadie
está dispuesto a comprarla en esas condiciones del entorno.
No cabe la menor duda que el ruido produce graves daños en
la salud física y psíquica de las personas, en sus
relaciones familiares y vecinales, en el valor patrimonial
de la vivienda afectada y en los derechos fundamentales de
la intimidad personal y familiar y a la inviolabilidad del
domicilio.
Por ello, los municipios tienen que afrontar el problema de
forma decidida y con medidas de gran calado ya que, con su
insensibilidad están generando grandes problemas a la
población afectada.
*AUTORES EN ESTE ORDEN:
1º.-Ana Isabel Escobedo Pajares (Auxiliar Administrativo)
45.095.048-Y
2º.-Rosario Álvarez Llanzón (Diplomada en Enfermería)
16.579.232-G
3º.-Rafael Alarcón Oliva (Licenciado en Psicopedagogía)
45.079.841-W
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