Aunque fuese un concierto eminentemente acústico, un músico
metido en el pop-rock hasta la médula, como Mikel Erentxun,
no merece que sus fans tengan que estar sentados, frenando
el ritmo de un concierto camaleónico, que se movió entre la
frescura y popularidad de los temas de Duncan Dhu y la
madurez y la indudable calidad a descubrir de su etapa en
solitario.
Mikel Erentxun cierra una etapa con esta gira de conciertos
para abrir nuevos horizones que, según él mismo ha dicho,
son un misterio. El público que abarrotaba el auditorio del
Instituto de Educación Secundaria del Siete Colinas, más de
medio millar de personas, disfrutó con un show que fue de
menos a más, pero que se vio frenado por el propio marco del
concierto, una sala de teatro poco propia para conciertos de
pop-rock.
Erentxun –armado con una acústica y acompañado tan sólo por
una guitarra eléctrica en el inicio–, se mostró tímido y
polivalente entre el pop más clásico de los años 80 y el
pop-country de su etapa en solitario, aunque es evidente que
lo que más esperaba el respetable eran los famosos temas de
su etapa en Duncan Dhu, como ocurre con todas las bandas que
marcaron épocas que ya quedan lejanas en el tiempo.
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