Desde el mismo momento que echara a andar, allá por los años
ochenta, el Instituto MUNICIPAL de Deportes, ha suscitado
infinidad de pasiones. Le han venido saliendo novios y demás
pretendientes conforme los ejercicios se sucedían,
entiéndase, a cada cambio de político, de gerencia,
renovadas oscuras perspectivas... Una institución nacida
única y exclusivamente por y para favorecer nuestra salud, a
gran parte de los ciudadanos ceutíes, caballas de bien que
entienden la práctica deportiva como un modo de vida opuesto
frontalmente al deterioro humano. Es sabido de todos, una
sociedad que invierte en instalaciones deportivas, ahorra
consideradamente en hospitales. Siempre lo hemos tenido
claro, preferimos pasar un par de horas con el delfín
Alfonso Lozano, bajo el puente de la Carretera Nueva que
hacerlo en el lugar de laboro - hospital de Cruz Roja - de
nuestro respetado querido y admirado doctor Abdelkrím.
Pero, a pesar de la evidencia, de todo hay en casa del
señor, digamos de aquellos elementos que desde un principio
fijaron sus ojos en lo que fue su ubicación inicial, altos
del Apolo y, más tarde la primera planta de la Residencia de
la Juventud, donde permanece hoy día aunque, al parecer por
poco tiempo ya que la inminente inauguración del pabellón
del Recinto, - acierto pleno que se le aplique la
denominación de José M. Rodríguez Portillo -, conllevará el
traslado de técnicos y administrativos a las mencionadas
instalaciones.
JOSE MARÍA RODRIGUEZ PORTILLO
Con anterioridad a que se colocaran las primeras piezas de
este puzzle al que en la actualidad conocemos como I. C. D.
hubo quién, cargado de ilusión, experiencia y conocimientos
comenzó a dar los primeros pasos iniciando un proyecto
basándose en consultas y entrevistas con los personajes más
avezados del lugar. Gente del deporte, algunos ya no entre
nosotros, y sin atisbo alguno de intereses personales.
En escaso tiempo transcurrido desde su partida inicial, José
María Rodríguez Portillo, con ayuda de ese reducido grupo de
enormes valedores al que hemos hecho alusión y que
preferimos no citar nombres por riesgo a dejar algunos en el
olvido, sacó adelante la primitiva intención. Tras la
captación de elementos técnicos necesarios, los más
significativos en aquél tiempo, José Mari daba comienzo una
andadura que ya no pararía. Actividad, tras actividad, año
tras año… por estas fechas se suman veinticinco.
Cuarto de siglo de existencia del I. C. D. por el que
felizmente han pasado varias generaciones. Estadísticas
cantan: los datos registrados al término de cada uno de los
vigesimoquinto ejercicios, siempre han superado al anterior.
Por encima, muy por encima del movimiento personal que otros
departamentos o servicios públicos de nuestro
“Ayuntamiento”. Pero, por oscuras circunstancias que nunca
hemos llegado a comprender, el I. C. D., como hemos
señalado, desde sus orígenes no ha caído simpático en
determinados foros e individuos. Desconocemos los
razonamientos aunque, realizando un exiguo esfuerzo, no
resultaría nada complicado golpear la tecla adecuada. Una
deducción cercana al deporte nacional.
Ello, unido a que en los tiempos que corren casi todo el
mundo ha realizado másters en ciencias de la educación
física, béisbol, hockey, badmintón, biatlón, alpinismo,
curling, cama elástica, cricket, cróquet, lacrosse, netball,
softball, rugby, skateboard ….. incluso, - han comentado
fuentes fidedignas que nos merecen todo tipo de
credibilidad-, los hay hasta quienes entienden de football o
fútbol para los menos instruidos en estas ciencias.
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