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OPINIÓN - SÁBADO, 7 DE MARZO DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El I. C. D. y los chacales (I)

Por Jor de Bys


Desde el mismo momento que echara a andar, allá por los años ochenta, el Instituto MUNICIPAL de Deportes, ha suscitado infinidad de pasiones. Le han venido saliendo novios y demás pretendientes conforme los ejercicios se sucedían, entiéndase, a cada cambio de político, de gerencia, renovadas oscuras perspectivas... Una institución nacida única y exclusivamente por y para favorecer nuestra salud, a gran parte de los ciudadanos ceutíes, caballas de bien que entienden la práctica deportiva como un modo de vida opuesto frontalmente al deterioro humano. Es sabido de todos, una sociedad que invierte en instalaciones deportivas, ahorra consideradamente en hospitales. Siempre lo hemos tenido claro, preferimos pasar un par de horas con el delfín Alfonso Lozano, bajo el puente de la Carretera Nueva que hacerlo en el lugar de laboro - hospital de Cruz Roja - de nuestro respetado querido y admirado doctor Abdelkrím.

Pero, a pesar de la evidencia, de todo hay en casa del señor, digamos de aquellos elementos que desde un principio fijaron sus ojos en lo que fue su ubicación inicial, altos del Apolo y, más tarde la primera planta de la Residencia de la Juventud, donde permanece hoy día aunque, al parecer por poco tiempo ya que la inminente inauguración del pabellón del Recinto, - acierto pleno que se le aplique la denominación de José M. Rodríguez Portillo -, conllevará el traslado de técnicos y administrativos a las mencionadas instalaciones.

JOSE MARÍA RODRIGUEZ PORTILLO


Con anterioridad a que se colocaran las primeras piezas de este puzzle al que en la actualidad conocemos como I. C. D. hubo quién, cargado de ilusión, experiencia y conocimientos comenzó a dar los primeros pasos iniciando un proyecto basándose en consultas y entrevistas con los personajes más avezados del lugar. Gente del deporte, algunos ya no entre nosotros, y sin atisbo alguno de intereses personales.

En escaso tiempo transcurrido desde su partida inicial, José María Rodríguez Portillo, con ayuda de ese reducido grupo de enormes valedores al que hemos hecho alusión y que preferimos no citar nombres por riesgo a dejar algunos en el olvido, sacó adelante la primitiva intención. Tras la captación de elementos técnicos necesarios, los más significativos en aquél tiempo, José Mari daba comienzo una andadura que ya no pararía. Actividad, tras actividad, año tras año… por estas fechas se suman veinticinco.

Cuarto de siglo de existencia del I. C. D. por el que felizmente han pasado varias generaciones. Estadísticas cantan: los datos registrados al término de cada uno de los vigesimoquinto ejercicios, siempre han superado al anterior. Por encima, muy por encima del movimiento personal que otros departamentos o servicios públicos de nuestro “Ayuntamiento”. Pero, por oscuras circunstancias que nunca hemos llegado a comprender, el I. C. D., como hemos señalado, desde sus orígenes no ha caído simpático en determinados foros e individuos. Desconocemos los razonamientos aunque, realizando un exiguo esfuerzo, no resultaría nada complicado golpear la tecla adecuada. Una deducción cercana al deporte nacional.

Ello, unido a que en los tiempos que corren casi todo el mundo ha realizado másters en ciencias de la educación física, béisbol, hockey, badmintón, biatlón, alpinismo, curling, cama elástica, cricket, cróquet, lacrosse, netball, softball, rugby, skateboard ….. incluso, - han comentado fuentes fidedignas que nos merecen todo tipo de credibilidad-, los hay hasta quienes entienden de football o fútbol para los menos instruidos en estas ciencias.
 

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