El anuncio de la construcción,
finalmente, de la nueva cárcel predispone para la
generalidad de la población hacia una opinión favorable
teniendo en cuenta lo que de dinamismo económico subyace de
una instalación como la proyectada para Ceuta.
Desde que se inicien las obras hasta su conclusión y puesta
en marcha operativa, la ciudad debe verse favorecida por un
impulso positivo en lo que a prestación de servicios se
refiere aportados desde la capacidad de lo ceutí.
Es una evidencia que durante su etapa constructiva, la
necesidad de mano de obra y la instalación de las
constructoras [con las consiguientes subcontratas, con
seguridad, ceutíes] favorecerá la labor en torno a esta
insfraestrutura durante los próximos tres años. Un
movimiento generador de economía que ayudará a impulsar los
sectores junto con los diversos planes de inversión
dispuestos de un lado por el Gobierno autónomo de Ceuta por
sí mismo y como actor protagonista, a su vez, de otro con lo
aportado por la Administración General del Estado para
afrontar la crisis con su plan de inversiones en municipios.
Todo este compendio de iniciativas alrededor de la inversión
pública en infraestructuras garantizará un deslizamiento
suave de Ceuta sobre la ola de crisis que se ha generalizado
en el país.
Pero además, en relación a la nueva cárcel, de la que no
dudamos de una próxima información oficial sobre sus
peculiaridades y potencialidades, su puesta en marcha
operativa debe favorecer al impulso de la Ceuta del sector
servicios, sin desdeñar el hecho evidente de un notable
aumento de población funcionarial del ámbito de
Instituciones Penitenciarias y de la Seguridad. Pero la
nueva prisión, que se construirá sobre una superficie algo
superior a los 230.000 metros cuadrados funcionará como una
mini ciudad, y como tal, desde los servicios de limpieza,
comestibles y, en general, los suministros generará una
actividad notable para las arcas empresariales y laboral
ceutí.
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