Esa sería la mejor de todas las
obras llevadas a cabo por la actual corporación, si lograra
ultimarse antes de que finalice esta legislatura.
Hace algunas semanas, la última vez que abordé este tema,
decía y sigo manteniendo que en Ceuta no hay más
instalaciones que en todos los demás sitios, pero tampoco
menos porcentualmente hablando que en cualquier ciudad de
una población similar a la nuestra.
Lo que ha sucedido en Ceuta y si no se cambian las normas
seguirá sucediendo es que aquí, o se han dejado muchas
instalaciones sin el control que deben tener, o en más de
una ocasión el que tenía o tiene ese control ha dicho:” yo
ya soy fijo y a partir de ahora a vivir”.
La frase no me la he inventado, ni me invento que, en más de
una ocasión, en tiempos no demasiado lejanos, en vez de la
atención a ciertas instalaciones, por parte de quien tenía
el deber de controlar, en lo que se entretenía con ciertos
amigotes era en montar alguna parrillada o cosa parecida.
Instalaciones había, control menos del necesario, porque
cuidando esas instalaciones no siempre había personas del
deporte que sabían lo que había que hacer allí. El hecho de
que el concejal de turno, desde tiempos inmemoriales, pagara
favores pasados o amistades de medio pelo, con colocaciones,
a dedo, en instalaciones deportivas que es donde caben
todos, ha traído esto.
También, afortunadamente, hay y ha habido lo contrario y voy
a poner ejemplos y con nombres, porque esos sí merecen que
su nombre se diga.
Recuerdo, a lo largo de muchos años, cuando al frente del
campo Alfonso Murube estaba Juan Almagro, D.E.P., que las 24
horas del día se las pasaba pendiente del campo, con los
pocos medios que tenía, pero el terreno de juego siempre
estuvo en perfectas condiciones y en los graderíos siempre
hubo limpieza y control.
Hoy, en ese mismo campo, hay otro señor, no recuerdo ahora
mismo el nombre, pero lo que he podido comprobar en todo el
tiempo que él lleva ahí es que cada día tiene todo
perfectamente dispuesto, bien ordenado y sin hacer más que
cumplir con su cometido hasta donde es posible llegar. Esas
son personas que saben lo que es estar al frente de unas
instalaciones y que hacen que eso funcione.
Estas dos personas que he citado como personas fijas en su
puesto, merecen, y han merecido el cargo que ocuparon o que
está ocupando, todavía, uno de ellos. Pero también conozco
algún caso, cuando se acuerdan de él, como es el de Ayora y
que nada más llegar a la instalación que le asignan está
preocupado para que aquello marche, y marche bien.
Bajo estas perspectivas, ahí es nada esos 195.000 euros que
van a costar las mejoras en siete instalaciones deportivas.
Habrá que hacer esa inversión, pero que sea para que las
canchas se usen como es debido, para que estén perfectamente
atendidas y que no sirvan para que alguien se coma la sopa
boba, sin más.
Veo que las pistas de Zurrón, El Morro, Manzanera, Juan
XXIII, así como los pabellones de La Libertad, López Díaz-
Flor y Campoamor tienen asignados unos presupuestos y en
ellos se van a acometer unos arreglos. Está bien, muy bien,
aunque hay instalaciones como el López Díaz – Flor que desde
el momento en el que se iniciaron las primeras obras le ha
costado y le sigue costando a la Ciudad un auténtico riñón.
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