El cambio de mentalidad por las
energías renovables, es también cuestión de conciencia
ciudadana, lo que exige la eliminación del consumo
innecesario, aparte de que los gobernantes tengan la
responsabilidad de propiciar otros usos entre la ciudadanía
y sobre todo dar ejemplo. De nada sirve la Directiva Europea
de Energías Renovables, aprobada en diciembre de 2008, en la
que se estipula que, en 2020, el 20% del consumo de energía
final debe proceder de este tipo de fuentes, si no hay
voluntad política de cumplir y hacer cumplir las normas. Las
malas costumbres también hacen ley. Y, en cualquier caso,
por encima de toda coacción poderosa está la necesidad de
volver a las energías que, por cierto, ya en otro tiempo
utilizaron nuestros antepasados, especialmente la solar, la
eólica y la hidráulica. Los caminos del mar eran transitados
por navegación a vela. Cervantes selló para la historia los
molinos de viento. El alivio del sol tras el viento como
reformador y renovador fue elevado a los altares. Ahora nos
compite hacer camino hacia una economía más ecológica.
Acciones ejemplarizantes como la Administración General del
Estado, fijando en 2009 un objetivo de consumo mínimo del 20
por 100 de biocarburantes en las flotas de vehículos
públicos, es una buena manera de influir sobre los demás. El
principio de toda educación es predicar con el ejemplo. Nos
hace falta. Un modelo económico como el actual, dependiente
de las energías, requiere otras alternativas para no entrar
en crisis, que sería nefasto como lo está siendo la crisis
financiera. La producción de energías limpias, renovables,
es una necesidad urgente, no sólo para mejorar el hábitat,
también como subsistencia humana. Los Estados han de
empañarse, pues, a fondo en lo que todos hablan y muy pocos
cumplen, el desarrollo sostenible. Cuestión que conlleva
estos deberes: Ningún recurso renovable deberá utilizarse a
un ritmo superior al de su generación. Cuidado con
malgastarlos. Tampoco ningún contaminante deberá producirse
a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado
o absorbido por el medio ambiente. Cuidado con jugar con
pólvora ajena y derrochar. De igual modo, ningún recurso no
renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la
necesaria para sustituirlo por un recurso renovable
utilizado de manera sostenible. Cuidado con aprender sin
reflexionar, también es malgastar la energía.
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