Como viene haciendo desde hace más
de una década con motivo del 8 de marzo, Día Internacional
de la Mujer, la Ciudad Autónoma de Ceuta entregará hoy a la
ex secretaria general del PSOE, María Antonia Palomo, a
través del Centro Asesor de la Mujer, el premio María de Eza
a la mujer ceutí del año. Este galardón tiene como
finalidad, según se establece en sus bases, distinguir la
labor desarrollada en cualquier área de la sociedad ceutí,
ya sea en el área educativa, sanitaria, cultural, social,
deportiva, empresarial, artística, etc. Más allá de su
controvertida imagen política, sometida a los mil avatares
que han rodeado la historia del PSOE de Ceuta durante los
últimos tiempos, los méritos de la jefa del Área de Menores
están fuera de toda duda como pionera en diferentes ámbitos
de la vida pública ceutí, tanto a nivel político como
social. El domingo pasado, en declaraciones a este
periódico, la antigua líder de los socialistas locales
echaba agua sobre la polémica despertada alrededor de su
elección asegurando que más que al personaje público desde
su punto de vista lo que estaba reconociendo la Consejería
de Educación y Cultura era galardonar a una figura, la de la
mujer comprometida con la búsqueda de la igualdad de trato,
sueldo y responsabilidad, un perfil en el que, a su juicio,
entraban muchas otras féminas con proyección pública o sin
ella de la ciudad autónoma. Así debe ser. Lo curioso del
Premio María de Eza de este año es que el proceso de
selección nació agitado por las críticas de la Ciudad
Autónoma a la decisión de algunas entidades (UDCE-IU o
Juventudes Socialistas, por ejemplo) de hacer públicas sus
candidaturas al galardón, algo que el Ejecutivo entendió
como una “politización” del mismo. Paradójicamente, al final
el María de Eza 2009 ha ido a una mujer que, en la calle, es
conocida sobre todo por su trayectoria política. Sin tener,
en esencia, nada de malo, la Ciudad debería ser
especialmente precavida a la hora de explicar y justificar
la concesión de premios para que no se transmita a la
ciudadanía la impresión de que se guía por una cierta
endogamia institucional.
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