Marca el final de los carnavales
en Ceuta.
El tiempo que no ha acompañado mucho, tampoco, en estos
días, no impidió que un par de centenares de ceutíes
formaran la gran comitiva fúnebre que transcurrió desde la
Gran Vía hasta la Marina, en sus bajos.
Tardó en ponerse en marcha la comitiva que hasta pasadas las
ocho y media de la tarde no partía de la Gran Vía. Luego,
desde aquí, en un recorrido que ya se va haciendo
tradicional, se dirigió hasta esos bajos de La Marina, donde
finalizó.
Una hora de retraso y el tiempo poco apetecible, no
impidieron a los que siguen año a año este “paseo” del final
del carnaval, que se dieran cita, también en esta ocasión.
Y es que las tradiciones, algo que van en el fondo de los
pueblos, se llevan a cabo con buena o con mediana
climatología, sin miedo a soportar el rigor del agua o,
incluso, del frío.
A las cosas que son propias no se renuncia con facilidad,
aunque le salgan al paso a uno todo tipo de obstáculos.
En los bajos de la Marina se llevó a cabo la incineración de
la caballa y con este “ritual” se da por concluida la fiesta
del carnaval y se abre, como casi siempre, con mal tiempo,
el período de la cuaresma.
Y ya que hablamos de cuaresma, los tiempos no han pasado en
balde para este tiempo “sagrado”, que cada año va perdiendo
más ese aspecto de recogimiento y la vista puesta en lo que
representó, en su día, el tiempo de ayuno y el fatal trato
dado a Cristo, condenándolo a muerte y a muerte en la cruz.
A eso, seamos sinceros, pocos son los que miran, yo diría
que hoy, ni siquiera la propia Iglesia tiende la vista por
esos derroteros, no creo que por desconocimiento, sino más
bien por acercarse hipócritamente a otras corrientes nacidas
en estas épocas de corte progresista, sin saber lo que es
progresía o sin saber distinguir lo que es el progreso y lo
que son las tradiciones de los pueblos, con cualquier tipo
de creencias que tengan.
Y en esa progresía de pacotilla encontramos la situación tan
convencional como caprichosa, de colocar en lo que sería y
es época de cuaresma, los festejos carnavalescos.
Quienes conocen bien el carnaval y saben lo que representa,
jamás serían los iniciadores de un traslado de fechas a
otros momentos que no les correspondan. Quienes ven en los
carnavales días de jolgorio, sin saber adecuarlos al tiempo
que les pertenece, entrando en un tiempo que no es de
carnaval, es porque están queriendo vivir la fiesta
superficialmente, sin saber que debe preceder a otro tiempo,
sólo a ese, con un sentido totalmente distinto.
Y con esto no queremos entrar en tiempos pasados, en los que
con el guión ya preparado, desde el miércoles de ceniza,
hasta el domingo de resurrección, parecía ser un espacio de
tiempo únicamente de recogimiento, sin lugar a otras formas
de actuar.
Ni una cosa ni la otra, pero sí saber lo que estamos
festejando, valorar el tiempo que tenemos y esperar,
también, el final de la cuaresma, para sentirnos en unos
momentos de superación de estas semanas.
El mundo católico que ha creído estar siempre en posesión de
la verdad, con esto de los “tiempos sagrados” podría
aprender del rigor y la rectitud de otras religiones que,
sin ir más lejos, en Ceuta nos dan una auténtica lección de
saber lo que es y significa su propia religión. De todos se
puede ir aprendiendo algo.
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