Los muros de la vergüenza, como lo
fue hace veinte años el de Berlín, aún no han caído todos.
El del dominio está anclado en todas las culturas. La mujer
aún es objeto de dominio y de posesión masculina. Esta pared
todavía no se ha derrumbado totalmente. La dignidad de la
mujer no pocas veces queda en entredicho. Por muchas
declaraciones de principios que se siembren por el mundo
cada ocho de marzo, el recordatorio de las Naciones Unidas
es señal de que poco hemos avanzado en la lucha de la mujer
por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en
la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. La idea
de un día internacional de la mujer, que surgió al final del
siglo XIX en plena revolución industrial y auge del
movimiento obrero, debió y debe convertirse en un diario de
transmisión educativa; puesto que, la educación, es la
manera de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y
valores. Por desgracia somos legatarios de una historia de
vastos condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada
lugar, han dificultado el camino de la
mujer-madre-esposa-hija-hermana-…, ¡por el único hecho de
ser mujer!, ha sido (y todavía lo es) despreciada en su
honor, olvidada en sus derechos, marginada frecuentemente e
incluso reducida a puro comercio, sólo hay que ver los
anuncios publicitarios.
Nadie tiene dominio sobre el amor, pero el amor domina todas
las cosas. Sólo hay que salvar del derrumbe esta potestad.
Las demás dominaciones no hay que salvar ninguna y menos si
son de género. Si acaso, lo único que cada cual ha de tener
es dominio de sí y de su uso. Porque evidentemente el amor,
más que un impulso de dominio, es una creación, donde sobran
las leyes, lo toma todo y todo lo da. Por cierto, hablando
de creatividades, nos alegra que un año más, el Ministerio
de Cultura español, avive el “Ellas Crean”, despuntando en
el calendario como el primer regalo de la primavera. Un
festival consolidado, ineludible, que se ha convertido en
uno de los acontecimientos culturales de mayor rango e
interés de cuantos se organizan en torno al Día
Internacional de las Mujeres que, pienso, debería hacerse
extensivo también a los hombres, pasando a denominarse
“Ellas y Ellos Crean”. Crean y creen que son precisos y
complementarios. Apunta el Ministro, – César Antonio
Molina-, a propósito: “que es un festival necesario que
abarca todas las artes: un collage de cine, música, danza,
teatro, ensayo, poesía, artes plásticas, moda… siempre en
clave de mujer”. ¿Y por qué no en clave de entendimiento
entre mujeres y hombres?, -me pregunto-. El Año Europeo de
la Creatividad y la Innovación, no es de género, es de
personas, dispuestas a percibir el cambio como una
oportunidad y estar abiertas a nuevas ideas que promuevan la
invención y la participación activa en una sociedad
culturalmente diversa y basada en el conocimiento.
Un conocimiento que ha de hacer hundir el muro del dominio
de géneros. Abajo el imperio de los dominadores. Arriba la
creatividad como misión humana de todo humano. Sabemos que
crear es tan arduo como ser libre, pero vale la pena esta
apuesta sin condicionantes. La complementariedad
mujer-hombre, bajo el signo de la igualdad, es el quid que
da libre acceso a una sabiduría que humaniza, que no es
propiedad de los avasalladores de este mundo, sino lucidez
de toda persona. Se dice que la ocasión hay que crearla, no
esperar a que llegue, y ahora es el momento de que se valore
al ser humano como persona, sea mujer o sea hombre. El
progreso se estima según categorías científicas y técnicas,
y también desde este punto de vista la aportación es
conjunta: mujer-hombre. No obstante, tampoco es ésta la
única dimensión del avance, es más, ni siquiera es la
principal. Más significativa es la dimensión ética y social,
estética y humana, comprensiva y maternal desarrollada de
manera magistral por la mujer. En esta vertiente
humanizadora, también la sociedad es verdaderamente deudora
de la genialidad femenina. ¿Cómo no admirar y mirar con
gratitud a todas las mujeres que han trabajado y siguen
trabajando duro por la convivencia, a menudo en
circunstancias muy precarias, sobre todo en los países más
pobres del mundo, dando un testimonio de disponibilidad que
a veces roza el martirio?
En este 2009 hay que seguir apostando por derrumbar el muro
del dominio. “La maté porque era mía” –todavía dicen los
asesinos. La violencia contra la mujer sigue sin atajarse. A
los opresores les importa un rábano el día internacional de
la mujer. El problema hay que seguir abordándolo con los
recursos necesarios y la atención necesaria. Toda
intimidación es inaceptable. Asimismo, ya es hora de que
mujeres y hombres tomen una participación igualitaria en la
toma de decisiones sociales. Quizás sea el momento de dar
fuelle a una profunda revolución social, regeneracionista y
transformadora en las relaciones entre mujeres y hombres, de
manera que la persona, sea mujer o sea hombre, puedan asumir
un mayor control de sus propias vidas, tanto financiera como
físicamente. No se trata de enfrentar a hombres y mujeres o
a niños y niñas, sino de avivar uniones que se complementan.
La globalización, la actual crisis, necesita esfuerzos
comunes. No tiene sentido el sexismo cuando todos precisamos
de todos. Qué caiga, pues, el muro de las desigualdades y
que resurja el lienzo inmaculado de la alianza. El talento
no es cuestión de género, sino de valores comunes, que se
dan en todo ser humano: disciplina, amor, buena suerte,
pero, sobre todo, tenacidad. Firmeza, al fin y al cabo, creo
que es lo que hace falta para que perezca la muralla de los
soberbios dominadores de una vez por todas.
|