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OPINIÓN - MARTES, 3 DE MARZO DE 2009

 
ANALISIS

La nueva prisión, una ventana abierta para la negociación

Por Francisco Antonio González Pérez **


La necesaria e inaplazable construcción de una nueva prisión, por el estado obsoleto en que se encuentra la actual de Los Rosales, no puede convertirse sin más en el cambio del actual modelo vigente de ‘centro de preventivos’ a ‘centro de penados’ sin explicar el proyecto y la posible repercusión económica y social que para una ciudad como la nuestra significa.

El nuevo centro de reclusos que se ha diseñado choca evidentemente, por sus dimensiones estructurales, con el espacio físico geográfico de Ceuta con 19 kilómetros cuadrados y 80.000 habitantes. Sólo teniendo en cuenta el aumento de 80 celdas actuales a las 648 proyectadas, se asumiría un cupo de más de 1.200 presos cumpliendo condena en una ciudad que tendría que asumir aspectos sociales de difícil comprensión y un deterioro de imagen evidente a la vista de que, de cumplirse con las previsiones, podría decirse que alcanzaría un 2% del total de la población ceutí.

Y aún más, el principio fundamental de Instituciones Penitenciarias y tal y como queda establecido en la legislación española, el fundamento primordial es la reinserción social de los reclusos por lo que, si los parámetros que se han puesto encima de la mesa por parte de Gobierno se llevan a cabo, se falta al ámbito de la reinserción porque la ciudad tendría que absorber un numero nada despreciable de reclusos de los llamados de tercer grado, según la ratio ajustada al número de la población reclusa superior al millar de condenados.

Por otro lado, el sistema establecido suele enviar a las personas recluidas a cárceles cercanas a su ámbito social y familiar, que siendo ceutíes no habría nada que objetar ya que sería beneficioso para sus familiares quienes no tendrían que desplazarse fuera de Ceuta para verles. Pero por otro lado, observamos que un porcentaje elevado de esta población reclusa sería marroquí por la cercanía a su país, y por lo tanto a sus familiares. Esto ultimo, en sí mismo, ya es una situación que requiere una explicación del gobierno central para saber cómo se adecuaría -para esta nueva prisión- el cumplimiento del llamado régimen abierto, o el denominado tercer grado, en una ciudad cuya conexión con el resto del país está sometida a un régimen fronterizo tanto en el Tarajal como en el propio Puerto al no ser Ceuta espacio Schengen; o a las circunstancias climatológicas en el Estrecho; o sencillamente a los precios de las tarifas en este transporte y lo que de elevado coste supondría al recluso con opción a ir y venir.

Por tanto, si lo que por extensión territorial en la península pasaría desapercibido, en nuestra ciudad esta circunstancia quedaría marcada lógicamente por la componente de limitación geográfica.

Aunque la construcción de una obra de infraestructura pública como la prevista supone una mejora en la ciudad por el movimiento económico que provoca la contratación de personal para las obras y su influjo en Ceuta, llegará el día en que finalmente acabe. Cierto es que una prisión como la que se contempla dispondría de mayor presencia funcionarial -plazas que se generan en oposiciones nacionales-. Lo que tampoco se asegura es que un funcionario de prisiones destinado en Ceuta resida verdaderamente en la ciudad, como ya sabemos por otros sectores de funcionarios que tienen su vivienda en el país vecino.

Por su parte, los visitantes familiares habituales de reclusos marroquíes tendrían que residir en la zona norte marroquí, o si acaso en el sur peninsular para poder acceder a nuestra ciudad sin visado, y de manera general no disponen de excesivos recursos económicos.

Hay que sopesar realmente los pros y los contras en una justa balanza por lo que para el futuro de Ceuta esto representa.

Una infraestructura de más de 230.000 metros cuadrados de superficie necesitará de unos suministros que, en su mayoría, procederán del mercado peninsular porque este ámbito está centralizado, por lo que será muy limitado el acceso del sector ceutí.

El Gobierno ha proyectado una cárcel para Ceuta que multiplicará por cinco la capacidad de la construida en Melilla hace sólo 15 años que acoge a poco más de 250 reclusos.

El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, tiene la obligación de buscar, junto con el de la Ciudad, fórmulas compensatorias y abrir una ventana a la negociación que beneficie a los ciudadanos de Ceuta contando con el Gobierno local elegido democráticamente para que les representen ya que, al fin y al cabo, será la ciudad y sus ciudadanos los que se verán afectados por el nuevo modelo de centro penitenciario que pretende instalar el Ejecutivo socialista en nuestra ciudad, al que poco parece importar las circunstancias y repercusiones futuras que acarreará la adopción de una medida similar sin la anuencia, el permiso y el conocimiento exhaustivo de quienes verdaderamente vivimos en Ceuta.



** Diputado por Ceuta y miembro de la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados
 

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