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OPINIÓN - MARTES, 3 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Premio María de Eza
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El premio se lo han concedido a María Antonia Palomo. Y me satisface expresar mi alegría porque la ex secretaria general de los socialistas haya sido distinguida con tan importante galardón. Así que no tengo más remedio que felicitar a los componentes del jurado que ha presidido Mabel Deu, la consejera de Cultura.

Una vez le dije a María Antonia que es una suerte ser hombre. Al menos es mejor que ser mujer. Y ella me respondió con celeridad y enorme brío: “Yo me siento muy a gusto como mujer. Y no me importaría volver a nacer hembra”.

-Sin embargo, no me negarás que es más fácil ser hombre...

-Sí, Manolo, es más fácil ser hombre. Lo mismo que es más fácil ser guapo que feo, sano que enfermo, inteligente que estúpido.

-¿Me estás diciendo que un imbécil perezoso puede tener una vida más interesante, por ejemplo, que una catedrática activa, diligente y entregada por completo a su docencia?

-No. Pero, con capacidades semejantes, las oportunidades no son totalmente iguales.

Y María Antonia llevaba razón, y la seguirá llevando, pues no creo que haya cambiado de parecer. Porque para realizarse profesionalmente y triunfar en su vida personal, las mujeres necesitan más energía y más suerte que nosotros. Eso no es justo, pero es así. Por lo tanto, las mujeres tienen razón al denunciar sus desigualdades.

El María de Eza premia la relevancia de la mujer en la vida social y pública ceutí. Y, desde luego, el que las candidatas hayan desempeñado cargos de responsabilidad. Porque saber mandar es complicado y difícil.

Hay que reconocerle a María Antonia el valor que le echó al hacerse cargo de la secretaría general de un partido que estaba sumido en el abismo. Un partido cuyos dirigentes se habían ido enfrentando por motivos de poder y de otros menesteres inconfesables.

María Antonia ha dado muestras muchos años de tener voluntad y valor a raudales cuando ha desempeñado un cargo. Se nos ha mostrado siempre como una mujer apasionada, vitalista, impetuosa... Llegaba a los plenos convencida de lo que estaba diciendo y lograba muchas veces sacar de sus casillas a los componentes de una mayoría absoluta que acabaron por temerle más que a una vara verde. Muchos diputados asistían a las sesiones plenarias provistos del Espidifen capaz de sacarles del aturdimiento que les causaba el modo como debatía la portavoz socialista. Los apabullaba con recriminaciones y no se arredraba ante ninguna respuesta ni comentarios jocosos. Y, por supuesto, jamás se venía abajo ni siquiera cuando se ensañaban con ella en los medios. Estaba sobrada de coraje.

Y, por encima de todo, se dio cuenta de que su presencia en el partido ya no era necesaria. Y asumió sus errores durante la campaña electoral del 2007. E hizo lo que otros muchos dirigentes no saben hacer: decir adiós para que el partido pudiera tomar otros derroteros. Y, desde entonces, la señora Palomo, refugiada en el mayor de los silencios, ha sabido estar alejada de todos los focos de atención. A fin de no entorpecer la labor de sus compañeros. Sus enemigos ladran... Pero ella ha inscrito ya su nombre en la lista donde aparecen mujeres relevantes de esta ciudad. O sea.
 

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