Este trastorno ha recibido muchos nombres en el pasado, daño
o disfunción cerebral mínima, hiperkinesia, hiperactividad y
déficit de atención, pero en realidad todo ello engloba una
alteración importante de la atención que, muy a menudo, se
da con una extrema actividad en el niño.
TDAH son las siglas del Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad que combina síntomas de inatención,
hiperactividad e impulsividad, este trastorno abarca del 3
al 5 % de la población infantil, y se caracteriza según
investigaciones recientes en una condición de carácter
permanente que evoluciona con el paso del tiempo.
Los problemas derivados del trastorno por déficit de
atención e hiperactividad, atañen a la salud y preocupan a
padres, familiares y educadores ya que dicho trastorno
afecta a las relaciones sociales y al desarrollo integral
del niño y aunque son trastornos diferentes, ambos presentan
las mismas manifestaciones, y suelen ir juntos de la mano.
Los niños que sufren de TDAH, tienen una inquietud
exagerada, lo cual ocasiona preocupación y problemas
emocionales, tanto en ellos mismos, siendo tachados de
“traviesos o insoportables”, como en los padres y
educadores, los cuales generalmente no saben cómo atajar y
tratar el mismo. Por este motivo es necesario e importante,
el saber si los niños que lo sufren, tienen realmente un
problema de salud o por el contrario son únicamente niños
inquietos, siendo esta inquietud parte de su desarrollo
normal; este aspecto es fundamental, ya que un diagnóstico
equivocado puede tener consecuencias graves en el niño.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH),
provoca en quienes lo padecen que éstos no puedan estar
quietos, concentrados y se aburran y abandonen de inmediato
la actividad que estén realizando. Generalmente este
problema empieza a manifestarse alrededor de los 5 años de
edad y se hace más notorio durante la etapa escolar, si bien
las causas de éste trastorno son desconocidas, en estudios
realizados se han identificado algunos factores
hereditarios, genéticos y ambientales, determinándose que en
los hijos de padres con TDAH el riesgo de presentar el
problema es entre 2 a 8 veces mayor, que en el resto de los
niños.
Según la predominancia de síntomas se han descrito tres
variedades clínicas que son:
A) La variedad mixta o combinada, que se configura como la
forma más frecuente y representa 60% de los pacientes; la
severidad de los síntomas de inatención, impulsividad e
hiperactividad es similar y condiciona que estos pacientes
tengan dificultades tempranas y severas.
B) La cariedad predominantemente hiperactivo-impulsivo. Es
la menos común y posiblemente representa sólo el extremo
severo del TDAH mixto, los síntomas condicionan actitudes
disruptivas en los ámbitos social, familiar y escolar.
C) La variedad inatenta es probablemente la más común en
mujeres, frecuentemente es subdiagnosticada ya que lo que
predomina es la falla escolar en el contexto de un paciente
que no presenta problemas del comportamiento ni
hiperactividad.
En la actualidad, para desarrollar un diagnóstico certero
del TDAH, se necesita una evaluación abarcadora con el único
objetivo de descartar otras causas, y poder determinar la
presencia o ausencia de condiciones coexistentes. El
dictamen debe incluir una evaluación clínica del
funcionamiento académico, social y emocional del individuo,
así como su nivel de desarrollo, debiéndose obtener un
historial cuidadoso de los padres, de los maestros y del
propio niño.
Hay varios tipos de profesionales que pueden diagnosticar el
TDAH, incluyendo psicólogos clínicos, neurólogos,
psiquiatras, pediatras y médicos, utilizando para ello los
criterios vigentes emitidos por el DSM-IV (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su
cuarta edición) o el CIE-10 (Clasificación Internacional de
Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, décima
edición), debiendo de cumplir una serie de parámetros
establecidos en el mismo.
El tratamiento del TDAH debe ser implementado por
especialistas sobre la materia, en la actualidad dicho
tratamiento debe ser de tipo multimodal, es decir,
utilizando para ello fármacos, unidos a terapias
psicosociales, debiendo evaluarse al niño de forma integral
y particular, para aplicar uno, otro o ambos tratamientos.
No hay que olvidar que las personas que sufren este
trastorno, pueden tener una vida productiva y satisfactoria
cuando reciben el tratamiento adecuado. Algunos de los
problemas que se pueden presentar si no se recibe
tratamiento son: Fracaso escolar, depresión problemas en las
relaciones sociales, problemas de conducta, baja autoestima,
abuso de alcohol y drogas, etc., la mayoría de los niños con
TDAH continúan con los síntomas durante la adultez, y pueden
tener problemas en el trabajo y en el hogar a no ser que
reciban el tratamiento.
Para finalizar diremos que es muy recomendable la detección
precoz de este trastorno, debiendo ser diagnosticado y
tratado única y exclusivamente por profesionales que lo
conozcan adecuadamente, porque por muy inquieto que sea un
niño, no quiere decir que éste sea hiperactivo como muchos
piensan.
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