En los últimos días, hemos
asistido a la presentación en sociedad de una campaña
favorable a la protección en nuestra Ciudad del “árabe
ceutí”, nueva denominación del “dariya”, dialecto árabe del
norte de Marruecos caracterizado por la abundancia de
préstamos de las lenguas de las potencias coloniales del
Magreb (francés y español), así como de las lenguas nativas
bereberes. Este dialecto sólo es de uso oral ya que, al
escribirlo debe emplearse el árabe estándar moderno.
Originalidad e innovación estratégica en esta cuestión que
muestra los resultados alcanzados tras el acercamiento
producido en los últimos meses entre la UDCE de Mohamed Alí
y el PSPC de Juan Luís Aróstegui, experto manipulador de las
palabras y avezado político sindicalista curtido en
innumerables contiendas dialécticas. Sin ninguna duda, uno
de los mejores dirigentes del pasado político de nuestra
Ciudad quien, parece haber conseguido un hueco en la
política activa local por la puerta de atrás es decir, sin
haber obtenido representación parlamentaria en los tres
últimos comicios celebrados.
Desconozco las verdaderas intenciones de quienes defienden
el reconocimiento y la protección del “dariya” en nuestra
Ciudad como lengua materna de una mayoría de ceutíes de
ascendencia magrebí que decidieron libremente, por
nacimiento, ascendencia o cambio de nacionalidad formar
parte del país de la lengua de Cervantes, donde el
castellano es la lengua española oficial del Estado tal y
como recoge el Artículo 3 de la Constitución Española de
1978 que, también señala al resto de lenguas españolas
también oficiales en sus respectivas comunidades autónomas.
Reflexionar al respecto es contravenir nuestros principios
constitucionales fieles exponentes de la democracia española
expresados en nuestra Carta Magna por tanto, sería
cuestionable hasta donde deberíamos llegar con esta línea
reivindicativa lanzada desde la formación liderada por
Mohamed Alí con el apoyo expreso de algunos representantes
del PSOE ceutí y del PSPC, extrañas alianzas.
En definitiva, reconocer la existencia en nuestra sociedad
de determinadas lenguas maternas, no españolas, como
pudieran ser el dariya, hindú, hebreo, chino o pakistaní, es
totalmente aceptable aunque, inaceptable pretender alcanzar
un reconocimiento de mayor envergadura. La única lengua
oficial que todos los españoles tienen el deber de conocerla
y el derecho a usarla es el castellano como único nexo de
unidad y defensa de la igualdad entre todos los españoles.
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