Salí el viernes, comenzando el
documental, a paso ligero del “Cine Español” de Tetuán a fin
de que pudieran leer hoy, en este su periódico, los
acontecimientos de última hora del peculiar seminario
organizado estos días por el “Centro de Memoria Histórica y
el Porvenir”. Sobre la estudiada intervención de última hora
de mi viejo amigo Azzuz Hakim, en un claro español para que
no tuviéramos ninguna duda, mucho habría que cortar pero
zanjaré el tema por el momento con un escueto “recibido”;
pero “recibido”, ¿de quién?. De la superioridad obviamente,
pues si alguno de los enredados temas pendientes en la
historia compartida de las dos orillas son, sin duda,
recurrentes en el pensamiento de mi amigo Benazuz, hay al
menos uno que ha llamado mi atención. ¿El debate…? No lo ha
habido, el destino sin duda: me ausenté un rato para ver la
forma de enviarles algunas líneas, encontrándome a mi vuelta
con el público saliendo del cine… ¿Cómo iba yo a saber que
la proyección iba a interrumpirse por problemas técnicos?.
Bouteyeb, educado, me lanza una reprimenda con la mirada
explicándome que había estado a mi caza y captura en la
sala… y yo tomando el aire. Vaya.
Ayer sábado vivimos una jornada densa, con intervenciones de
interés a cargo de ponentes marroquíes y una nutrida
representación española. Pero como siempre, lo más
interesante en los pasillos o en los animados foros en que
se convertían las mesas del restaurante. Fue una gran
satisfacción compartir viaje hasta “Kabila” y luego mesa con
dos veteranos historiadores especializados en Marruecos:
Víctor Morales Lezcano (profesor además en la UNED), al que
no veía desde el pasado otoño en Larache y Juan Pando,
escrupuloso autor de una obra definitiva sobre la sangrante
derrota de nuestro ejército por las “harkas” de Abdelkrim (y
no por el ejército marroquí como defiende, sin fundamento
alguno, la historiografía oficial): “Historia secreta de
Annual”. Para el almuerzo del sábado caí en una animada mesa
con el profesor e hispanista El Asai y el maduro
corresponsal en el Maghreb Pedro Canales, aprovechando para
comentar a varias bandas -como no podía ser menos- el
sorprendente encuentro argelino-marroquí en Nouakchot del
que levantó acta hace unos días, en “El País”, Ignacio
Cembrero. El tema dio para mucho.
De mi modesta comunicación, presentada junto con algunas
propuestas en este encuentro, ya tendré ocasión de
escribirles. El que no apareció ayer -y se le esperaba- era
el historiador ceutí Francisco Sánchez Montoya, quien por
cierto se perdió una curiosa intervención sobre logias y
masones marroquíes (Abdelhalak Torres, Abselám Bennuna, el
padre del actual embajador de Marruecos en Madrid, Omar
Azzimán y otros) durante el Protectorado. Tuve la
oportunidad de mantener un largo encuentro con Juan Pando,
historiador meticuloso, soberbiamente documentado y
excelente conocedor del terreno, del paisaje, del que
también destacaría su bonhomía. Hicimos grandes migas. Pando
me explicó meticulosamente su visión sobre esos “blocaos en
el mar”, en referencia a los Peñones y su proyecto de
restitución (que nunca devolución) al Reino de Marruecos:
“No tenemos que ser mezquinos en ideas, la restitución es
moral y social, debemos forjar una nueva y firme alianza
estratégica con Marruecos”.
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