Las lluvias que soportó Ceuta a finales de septiembre del
año pasado inundaron garajes, destrozaron muebles, afectaron
a diferentes instalaciones y negocios y se llevaron por
delante una parte de la vida de decenas de personas. Y es
que después de que la ciudad recogiese en tres días más de
400 litros por metro cuadrado muchas casas se vieron
afectadas y con ellas varias familias. En un principio la
Consejería de Asuntos Sociales se hizo cargo de unas 85
personas que tuvieron que dejar sus domicilios. Algunas de
ellas volvieron a sus viviendas, otras rechazaron el
alojamiento de la consejería porque tenían familiares que
les podían acoger, sin embargo unas 60 personas aún siguen
dependiendo de este area. La desgracia llamó a sus puertas
hace varios meses y ahora apenas una puerta separa las vidas
de la decena de familias que aún aloja Asuntos Sociales. “Y
las vamos a dejar aquí hasta que dispongamos de vivienda
porque creo que pueden vivir y hacer una vida normalizada”.
Estas palabras de la consejera de Asuntos Sociales, Carolina
Pérez, resuenan en uno de los apartamentos del Hostal
Lisboa. Un edificio que acoge en su mayoría a familias que
se quedaron sin hogar por las lluvias. Pérez reconoce que no
es una situación ideal “pero es menos malo que lo que
tenían”. Y es que el agua, en algunos casos,
paradójicamente, fue una bendición para algunas de estas
personas alojadas que han mejorado sus condiciones de vida.
Este es el caso de Alsaber Karima. Vive en unos cuantos de
metros cuadrados, con su marido y un niño, aunque en unas
semanas llegará el cuarto miembro de la familia “No estoy
contenta, pero sí mejor que antes”. Karima vivía en una casa
del Príncipe a la que se le derrumbó el techo tras las
lluvias y además perdió los muebles. Tras pasar unos días en
el Polideportivo Campoamor llegó al hostal donde lleva
viviendo ya cinco meses. “Estoy aquí muy bien, mejor que
antes”. Las palabras e incluso la vivencia es similiar a la
de Karima pero quien habla es Hannan Srary, madre soltera de
tres hijos que vivía en una casa antigua y que vió como el
techo también se vió deteriorado por el agua “y tuve que
salir de casa con mis hijos por la noche”. Además apunta que
en su antigua vivienda, ni tenía calentador ni cuarto de
baño “ahora tenemos de todo y estamos felices”, concluye
Srary.
Varias plantas por debajo se respira un ambiente distinto ya
que en la parte baja del hostal se encuentra ‘la guardería’,
“aquí es donde he querido ordenar las situaciones con niños
pequeños. Este edificio ofrecía algunas mejoras sobre el
albergue de Cruz Blanca. Es más amplio y más nuevo y tiene
menos humedades”, apunta Pérez. La consejera sostiene que
“era lo mejor dentro de las posibilidades que tenemos”. En
esta misma planta vive Rachida Abdelah. La habitación que
ocupa alberga a su marido y sus tres hijos desde que las
lluvias y un derribo próximo a su vivienda acabaron por
dejar “en ruinas” su anterior casa. “Pedí que me dejaran
vivir allí que yo la arreglaba pero me dijeron que como no
era mía no podía quedarme allí”. Abdelah señala que “no
estamos bien del todo pero no queda otra”. Esta residente
del hostal Lisboa se queja de la humedad que hay en la
habitación y que afecta a sus hijos y pide a las autoridades
que le ayuden a tener una vivienda “porque mi marido no
encuentra trabajo desde hace meses y a mi se me acaba ahora
el contrato. Con esto y con tres niños no podemos pagar
ningún alquiler aunque nos ayuden a hacerlo como dice la
asistenta social”. Por su parte “la consejera defiende que
desde el area se está trabajando para conseguir una vivienda
de alquiler “pero ahora es dificilísimo”, reconoce. Mientras
tanto, de reojo, mira a las viviendas sociales de Loma
Colmenar donde sostiene que está su esperanza “y la de
muchas personas”. Sin embargo advierte de que la Comisión
Local de la Vivienda es la que tiene que marcar unos
requisitos “que se tienen que cumplir a rajatabla”. Pérez
añade que de las 225 viviendas de la zona se reservan 45
para personas que no tienen hogar “y habrá más cupo para
personas necesitadas, pero varitas mágicas no hay”, avisa la
consejera quien confía en que las personas que vayan a
residir en la zona del nuevo hospital dejen libres pisos que
puedan ser alquilados por la Consejería.
Alojamiento alternativo
La Ciudad cuenta con un programa de vivienda por el que la
Consejería ayuda a las familias que tienen problemas para
alquilar “en algunos casos pagamos hasta el 90%, es un
esfuerzo muy grande que tenemos que hacer” y señala que en
total desde el area se gastan 64.000 euros mensuales en
estas ayudas. La responsable de Asuntos Sociales reconoce
que “la situación es difícil y por eso no vamos a permitir
que haya situaciones infrahumanas”. Sin embargo asevera que
encontrar pisos en alquiler cada vez es más difícil, a veces
por los precios “que han subido 200 y 300 euros desde que
tomé posesión hace dos años” y a veces porque asegura que
algunos propietarios “no quieren alquilar” sus viviendas
para estos temas. Pero este programa se enfrenta también a
otros escollos ya que señala que hay personas acogidas “que
se acomodan y eso lo tenemos que evitar porque lo que no me
gusta es el abuso. Conocemos casos de familias que no se
mueven, que no buscan empleo, que incluso rechazan cursos
becados y dicen que no se van hasta que no se les dé una
vivienda. Por ejemplo tenemos constancia de que una persona
que está alojada en Cruz Blanca ha dejado su trabajo en el
Plan de Empleo. Ése se va a ir ya”.
Esta iniciativa, unida al albergue de Cruz Blanca y al
alojamiento en los hostales hace que la consejería tenga ‘a
su cargo’ 400 personas que por diferentes circunstancias no
pueden, por sí solas alquilar una vivienda, ya sea por los
desalojos de las lluvias, desahucios o falta de dinero.
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“Si les comentas a algunos propietarios algo de Servicios
Sociales ya no te quieren alquilar”
“Ocupaba una casa que estaba
abandonada desde hacía años. Le pedí al propietario primero
que me la alquilase y nada. Luego le pedí que me la vendiese
y me dijo que no podía. Al final la casa cambió de dueño,
éste me denunció y tuve que salir de alli”. Quien habla es
Fatima Ahmed. También reside en el Hostal Lisboa desde hace
seis meses y al menos a corto plazo parece que su situación
no va a cambiar. “Estoy buscando un piso de alquiler pero es
muy difícil encontrar algo de 500 euros. Incluso algunas
casas cuestan más de lo que cobra mi marido que ahora está
de baja. Además si les dices a los propietarios algo de
Servicios Sociales ya no te quieren alquilar la casa”. Ahmed
confiesa que incluso está pensando en buscar viviendas en
las que no le hagan contrato de alquiler, “he buscado en el
Príncipe porque allí no son caras pero no están en
condiciones de vivir”. Sin embargo Ahmed apunta que la vida
en el hostal no ha sido fácil “ahora me he acostumbrado pero
al principio estaba agobiada porque esto es una habitación,
el niño lloraba y yo lo pasaba mal, pero otra cosa no hay”·
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