Pregunta.- ¿Cómo se enteró de que había recibido el María
de Eza 2009 con lo difícil que siempre ha sido localizarla
por teléfono?
Respuesta.- Me telefoneó la presidenta del jurado, la
consejera Mabel Deu, a través de Presidencia, para
comunicármelo.
P.- ¿No se lo olía?
R.- No. El presidente de mi partido, Juan Díaz Triano, me
había dicho hace un par de semanas que el PSOE de Ceuta
estaba pensando en presentar mi candidatura, pero no me lo
esperaba. Esa tarde iba a salir con mi sobrino.
P.- Habrá visto que no todas las reacciones a la decisión
del jurado no han sido buenas. ¿Hubiera preferido seguir
lejos de los focos?
R.- Nunca me ha preocupado estar bajo los focos. Sólo tengo
agradecimiento por el premio, sobre todo porque una parte
del jurado no piensa como yo y otra apenas me conoce. Sería
hipócrita decir lo contrario y yo no lo soy.
P.- Es usted Premio María de Eza “por su relevancia en la
vida social y pública ceutí”. ¿No le extraña que el premio
llegue casi dos años después de abandonar esa faceta?
R.- No creo que se haya premiado a la mujer diputada.
También se premia a la mujer que lucha a diario como un
hombre en su trabajo, y en mi nombre a todas la que lo han
hecho conmigo y antes, a todas las mujeres que han luchado
para ser iguales que los hombres, para recibir el mismo
trato, el mismo puesto, el mismo sueldo y la misma
responsabilidad sin más distingos que su capacidad y sus
méritos.
P.- Cuando usted empezó a militar en el PSOE, hace 23 años,
¿pensaba que llegaría adonde llegó?
R.- Desde luego nunca pensé que sería Premio María de Eza.
Jamás. La vida muchas veces no se planifica. O no se puede.
La vida me llevó a dirigir un centro de menores, el de San
Ildefonso, donde se conformó mi personalidad y mi carácter.
Y me llevó a la Asamblea a trabajar por mi tierra, a la que
tanto quiero, desempeñando la mejor de las profesiones: la
del servidor público puro y duro.
P.- ¿Han cambiado mucho las cosas para las mujeres desde
finales de los ochenta, cuando usted fundó también la
Asociación de Mujeres Progresistas?
R.- Muchísimo. Lo primero porque hoy tenemos una Ley de
Igualdad que avala, ampara y protege nuestros derechos y
nuestras reivindicaciones históricas para ser iguales.
Muchas mujeres han puesto su grano de arena para conseguirlo
y mi partido, al que también estoy muy agradecida, ha hecho
mucho también para lograrlo. Estoy orgullosa de ello aunque,
obviamente, sigue habiendo muchos retos pendientes y muchas
cosas por las que luchar. Porque no mueran más mujeres a
manos de sus parejas, por ejemplo.
P.- En política, al más alto nivel, las cosas no parecen
haber cambiado demasiado. ¿Cuándo habrá una mujer en la
Presidencia del Gobierno de España?
R.- Pronto, espero. La política sigue teniendo unos horarios
y unos comportamientos muy masculinizados. Existe muy poca
conciliación de la vida laboral y familiar, y yo misma soy
un ejemplo de la necesidad que debe asumir la mujer política
de sacrificar su vida personal. Muchos hombres siguen
teniendo dificultades para aceptar órdenes de una mujer,
pero lo importante es que ya hay otros muchos que lo ven con
naturalidad.
P.- María de Eza hubo de gobernar Ceuta en nombre de su
esposo para reducir las suspicacias de los varones de la
época. ¿Usted cree que si este fuera un premio de hombres
para hombres hubiese recibido tantas críticas en los foros?
R.- No sé si esas críticas serán por ser mujer o por ser
Palomo. Nunca me han interesado demasiado los foros, donde
es muy fácil fingir valentía amparado en el anonimato. Es un
asunto que no me ha preocupado más allá de cuando me
advirtieron de que se me había difamado gravemente, lo puse
en manos de los tribunales y gané el juicio. Este tiempo en
silencio, los dos últimos años, me ha enseñado sobre todo a
distinguir lo importante de lo que no lo es.
P.- ¿Qué es lo importante?
R.- Lo importante es el cariño de la gente que te quiere.
Sentirse querida, aunque no sea por todos, porque al fin y
al cabo siempre he sido una mujer de minorías.
P.- ¿Encuentra algún paralelismo entre usted y María de Eza?
R.- Creo que a María de Eza y a mí nos une, por encima de
todo, una cosa: el coraje, que tampoco es del todo un mérito
mío porque lo heredé de mi madre. Eso es lo que me une a
María de Eza y al resto de las mujeres que siguen luchando
por la igualdad en su vida cotidiana, día tras día.
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