Escribir cada día una columna, sin
repetirse, no es tan fácil como parece, se tiene que tener
la capacidad intelectual suficiente para hacerlo. Todo
consiste en saber aprovechar esa cualidad intelectual,
llevando a la columna todo lo que, cada día, los políticos o
los autodenominados “nosotros los políticos” dicen o
comentan, Esto últimos, para desgracia de este pueblo,
existen en demasía, Son los que más “perlas” dejan en sus
comentarios. Cosa que tenemos que agradecerles porque nos
valen para ganarnos las habichuelas diarias, sin necesidad
de tener que recurrir a nuestra intuición, ni vernos
afectados por la “moviola”, con la repetición de la jugada.
Comprendo, perfectamente, que algunos de los autodenominados
“nosotros los políticos”, entiendan lo difícil que es
escribir una columna diaria cosa, por supuesto, que no está
a la altura de todo el mundo y mucho menos, de “nosotros los
políticos”, que necesitan una semana para preparar un
artículo, repitiéndose constantemente en sus escrito,
diciendo las mismas cosas e insultando a los mismos
personajes.
Cosa comprensible que se repitan constantemente y con los
mismos insultos, porque su capacidad intelectual, por mucho
que intenten disimularlo, está carcomida por el gusanillo de
la ignorancia. De ahí que a pesar de tardar una semana en
escribir un artículo, siempre resulte ser el mismo, sin
variar ni tan siquiera, alguno de los muchos insultos que
acostumbran a poner en ellos.
Creo, con toda sinceridad, que para ahorrarse materia gris,
en el supuesto que tengan alguna, con publicar cada semana
lo de la semana anterior, tendrían el problema solucionado
porque, siempre, escriben de lo mismo y sobre los mismos
personajes, sin variar nada, insultos incluidos. ¡Grandes
“lumbreras” de este pueblo!.
Acostumbro a leer todo lo que cae en mis manos, aunque
lógicamente tengo mis preferencias, y de cada periódico que
veo al día elijo las firmas que más me interesan, sin
fijarme para nada el “color” bajo el que está escrito sus
artículos. Pues sólo me interesa, de todos ellos, lo
magníficamente que escriben y de los que puedo aprender
algo. Y que conste que siempre aprendo algo de esas grandes
firmas, no en vano, sólo soy un aprendiz y moriré siendo un
aprendiz de esta bendita profesión, a la que adoro.
Esta selección de las firmas que acostumbro a leer con
enorme satisfacción y de las que, cada día, aprendo algo me
lleva a no echarle ni el más mínimo vistazo a las columnas
escritas por toda esa fauna del insulto y la repetición para
evitar, con ello, el perder lo aprendido de las grandes
firmas y caer, por culpa de esas lecturas, en el mayor de
los embrutecimientos. Sólo les echo un vistazo c1uando
alguien me dice que los lea, si quiero pasar un rato de
risas de la buena.
Mi mayor problema es tener más años de los que quisiera y
conocer todo y a todos los que se mueven por esta tierra
nuestra que, en la mayoría de sus actuaciones escritas, me
llevan a dar la carcajada. A veces tengo la tentación de
decirles algo, pero debido a mi concepto de la amistad, me
lo reservo. Valgo más por lo que no digo, que por lo que
cuento. Procura no hacerme hablar,
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