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OPINIÓN - VIERNES, 27 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

España y los musulmanes de Ceuta
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

En este poliédrico asunto, una de cuyas caras atisbábamos ayer, nuestra España tampoco puede irse de rositas… Porque en lo que criticábamos en esta columna, le cabe a nuestra país una considerable cuota de responsabilidad. La presencia musulmana en la Ceuta española se debe a varias oleadas, fruto de contextos geopolíticos diferentes: desde los moros mogataces procedentes de Orán, hasta los alistados en las Fuerzas Regulares durante el Protectorado, pasando por excombatientes de la Guerra Civil y refugiados marroquíes (sobre todo en Melilla) tras la sangrienta “intifada” rifeña a caballo de 1958 y 1959. La realidad es que hasta la concesión de la plena ciudadanía, adoptada por el PSOE de Felipe González como condición “sine quan non” para la entrada en la Unión Europea, los musulmanes de Ceuta (nuestros moros, en el sentido mayestático de la palabra y sin otra connotación que la derivada de la historia y la geografía) fueron tratados como ciudadanos de segunda categoría, existiendo todavía a día de hoy implicaciones sociales derivadas de aquel inicuo y burdo proceder administrativo. Las cosas claras y el chocolate espeso.

Ciertamente, la comunidad musulmana de Ceuta arrastra un lastre derivado de sus antecedentes. Tras la cruel Guerra Incivil, que diría Unamuno, España no fue justa ni leal con ellos, siendo así en gran parte inicialmente correspondida cuando al final nuestros musulmanes alcanzaron la plena ciudadanía. En realidad y salvo el hecho de poder residir en Ceuta, la “Tarjeta de Estadística” (o la “Chapa de Perro” como aun dicen en Melilla) era asaz deficitaria. El mero hecho de querer saltar a la Península significaba la necesidad de obtener un documento especial; ¿y la atención sanitaria…?. Por no hablar de las puertas cerradas a la gran fábrica de trabajo local, la Administración. Todavía a fecha de hoy, ¿cuántos de nuestros moros están integrados en la misma?; ¿se corresponden las cifras con la realidad demográfica y el nivel social?. ¿Cómo es posible, díganme, que ciudadanos musulmanes que han sido rechazados en ciertas unidades locales, alcanzan luego una sobresaliente puntuación al alistarse, por ejemplo, en cuerpos estatales como la Guardia Civil?. Sí, leen bien, no me pongan cara de póquer. No, no es fácil ser moro en Ceuta, encorsetado entre dos mundos, con un pie en cada uno pero mirado de una forma suspicaz en ambos lados de El Tarajal. Las cosas claras y el chocolate espeso.

El hecho de haber dejado a una masa de población étnica y religiosamente diferente a un lado, desintegrada, fue empujarla de alguna manera al otro lado de El Tarajal a fin de intentarse ganar la vida. ¿Puede extrañarnos entonces que, acuciados por la necesidad, sacaran los que no la tenían (como muchos nacidos en Ceuta aunque no todos, precisamente el delegado de una conocida asociación cultural musulmana de ámbito nacional ni tiene ni tan siquiera se le pasa por la cabeza obtener documentación marroquí) el CIN de nuestros vecinos…? Sí, hasta hace 25 años empujábamos a los musulmanes de Ceuta a jugar con dos cartas y, aun ahora, no acabamos de poner la Pica en Flandes. En síntesis, la torpe e injusta política seguida por España con los musulmanes de Ceuta, hasta bien entrada la década de 1980, tampoco ha sido de recibo. Entonemos el “mea culpa” asumiendo nuestras responsabilidades sin meter ingenuamente, como los avestruces, la cabeza bajo el ala. Las cosas claras y el chocolate espeso. Visto.
 

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